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Un gol de Willian Gallas, de cabeza, a los 103 minutos del partido, tras una mano grosera de Thierry Henry dentro del área, picardía que advirtieron todos en el Stade de France, todos menos el árbitro suizo Martin Hansson, Francia consiguió empatar el partido de vuelta del repechaje que perdía por 1-0 frente a Irlanda y, gracias a su victoria como visitante por 1-0, se clasificó al Mundial de Sudáfrica.

No le importó esta vez a Henry la cuestión del fair play, que tantas veces defendió ante los micrófonos de la prensa. El partido entre Francia e Irlanda se encaminaba hacia una definición por penales, pero el capitán del conjunto francés se acomodó intencionalmente la pelota con la mano izquierda para, frente al arquero Shay Given, poder sacar el centro que Gallas cabeceó para el 1-1.

Los irlandeses protestaron, señalándole al árbitro la mano. Pero Hansson no hizo nada y con su silencio logró que otro equipo perteneciente al grupo de los campeones del mundo pudiera lucir sus colores en Sudáfrica.

Antes de Francia, habían conseguido sus boletos Portugal, Grecia y Eslovenia –los batacazos–. Los portugueses vencieron como locales a Bosnia por 1-0 (0-1 en la ida); los griegos derrotaron de visitante 1-0 a Ucrania (0-0 en la ida), y los eslovenos se impusieron como locales por 1-0 frente a Rusia (que había ganado en Moscú por 2-1) y se clasificaron por su gol de visitante. En Jartum, capital de Sudán, Argelia derrotó a Egipto por 1-0 en el partido que desempató la primera posición del Grupo C de las eliminatorias de Africa.