Independiente parece irse derecho a quedarse con el Clausura. En sus números, la campaña es irreprochable. Y ayer, la engrosó con un trabajado triunfo 1-0 sobre Arsenal. Pero desde el juego, todavía tiene una asignatura pendiente. De no ser por la gran labor de Adrián Ga-bbarini, hubiese tropezado ante el conjunto de Jorge Burruchaga, que mereció, como mínimo, la igualdad.

Con la premisa de asegurarse la punta y ponerles presión a los rivales que juegan hoy, Independiente salió decisivo a llevarse por delante a un Arsenal que se plantó confiado en su estrategia: esperar en el fondo, bien agrupado, y aprovechar los espacios para lastimar de contragolpe. Con ese duelo de estilos, el partido se hizo atractivo, ya que la pulseada la ganaba el equipo de Gallego, que lastimaba con la habilidad de Piatti y las subidas de Vella. Arsenal se veía desbordado y Campestrini pasaba sobresaltos muy seguidos. Sin embargo, el tanto de la apertura no llegaba. El buen juego de Independiente no encontraba su premio en el marcador, y parecía que el equipo de Gallego lo iba a sentir en el desarrollo. Es que de a poco, Arsenal empezaba a controlar algo más la pelota y salía del encierro al que lo sometía el conjunto local. Claro que en el mejor pasaje del equipo de Burruchaga, Independiente consiguió el tanto de la apertura. A Piatti lo bajaron a centímetros del área y Núñez no dudó: Acevedo le corrió la pelota unos centímetros y el ex delantero de Argentinos sacó un tremendo derechazo que se clavó en el ángulo del palo izquierdo, el que debía custodiar Campestrini.

Ya con la ventaja, sumado al desgaste de los primeros minutos y la mejoría de Arsenal, Independiente abandonó por un rato su postura agresiva. Y casi lo paga caro, cuando Gabbarini le sacó un cabezazo a quemarropa a Obolo y, tras el rebote, Leguizamón estrelló su derechazo en el travesaño. Pero lo peor para el líder fue que siguió con esa actitud en la segunda parte. Por eso, obligado por el resultado e invitado por el quedo de Independiente, Arsenal se animó a adelantarse en el terreno y a buscar la igualdad. Y de no ser por la labor de Gabbarini, lo hubiese conseguido. Primero sacó un toque de Jara, luego le ganó un mano a mano a Leguizamón, y más tarde le tapó un violento remate al ingresado Galván. A esa altura, Independiente se había retrasado de manera grosera, y su técnico no paraba de hacer cambios defensivos. Pero a Arsenal le faltó puntería. Y por eso, el líder pudo festejar un triunfo que lo acerca al título, aunque todavía tenga una deuda pendiente.