Jueves, 8 de julio de 2010 | Hoy
DEPORTES › EL SECRETO DEL ENTRENADOR BERT VAN MARWIJK
El festejo de la semifinal contra Holanda duró apenas una hora, hasta que el técnico recordó a sus jugadores que el objetivo es otro. En Holanda critican al equipo porque consideran que su juego es “demasiado alemán”.
La fiesta en el vestuario tras el 3-2 sobre Uruguay en la primera semifinal del Mundial de Sudáfrica duró apenas una hora. Después, el técnico Bert van Marwijk se encargó de llamar al orden a los jugadores de la selección holandesa. En el ómnibus, los “oranjes” tenían la vista ya puesta en el camino que queda por recorrer, sin mirar en el espejo retrovisor. Van Marwijk exigió a sus futbolistas que centren su atención en la final del domingo, contra España.
“Estamos por primera vez en 32 años en una final, pero todavía no hemos alcanzado el objetivo”, recordó el seleccionador. Los jugadores obedecieron sin chistar las disposiciones de Van Marwijk. A diferencia de lo que sucedía en el pasado, cuando la Naranja parecía aturdirse con el resultado de su propio éxito antes de conseguir un título, el entrenador conmina a sus discípulos una y otra vez a no perder de vista la meta final. La palabra clave es la disciplina.
El juego sobrio de la selección ha merecido ya el calificativo de “alemán” en Holanda, entendido como una crítica. “No es bonito, pero efectivo”, defiende el zaguero Joris Mathijsen el nuevo espíritu del equipo.
La idea de que la actual selección ha copiado la antigua receta del viejo rival, Alemania –que paradójicamente encandiló a los hinchas en Sudáfrica 2010 con su fútbol, al menos hasta la semifinal de ayer–, no parece descabellada.
Muchos apuntan, por ejemplo, a la experiencia de varios jugadores en la Bundesliga: Mathijsen juega en el Hamburgo, Arjen Robben y Mark van Bommel, en el Bayern Munich y Khalid Boulahrouz, en el Stuttgart. El propio Van Marwijk entrenó además al Borussia Dortmund, y Nigel de Jong y Rafael van der Vaart jugaron en el Hamburgo; ahora están en el Manchester City y en el Real Madrid, respectivamente.
Aunque la selección holandesa dispone por nombres de uno de los mejores ataques del Mundial, el equipo apuesta sobre todo a una defensa sólida. “Lo siento por los hinchas, pero la seguridad es nuestra prioridad”, se justifica el zaguero Boulahrouz. Van Marwijk, asimismo, apunta orgulloso a la labor colectiva de sus equipos. “Ya cuando ganamos la Copa de la UEFA en 2002 con el Feyenoord no teníamos quizás a los mejores jugadores, pero sí al mejor equipo”, señaló el técnico.
El fútbol atractivo está ahora a cargo de los alemanes. Holanda, sin embargo, no parece preocuparse por ello. Lo importante es mantener la disciplina para conseguir el objetivo final. “Desde luego que nos hubiera gustado celebrar más”, contó un sonriente Robben tras el triunfo sobre los orientales. “Pero ahora tenemos que prepararnos de forma intensa durante tres días más”, agregó.
Su idea, alejada de sus ilustres predecesores en el cargo, se sustenta en los resultados. Desde que se hizo cargo de la selección, en marzo de 2008, sustituyendo a Marco van Basten, el equipo de Van Marwijk ganó 20 de los 27 partidos que jugó, empató seis y perdió uno, un amistoso contra Australia, el segundo partido del entrenador a cargo del equipo.
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