Martes, 5 de octubre de 2010 | Hoy
DEPORTES › “QUIEN DIRIJA A LA SELECCIóN ME PARECE BIEN”, ASEGURó
Por Sebastián Fest
Que Lio Messi sea un hombre de pocas palabras puede tener sus desventajas, pero también un punto a favor: las pocas veces que habla, lo que dice suena fuerte. Y bastante fuerte le debe haber sonado a Diego Maradona lo dicho ayer por el mejor futbolista del planeta, que dejó en claro que no quiere más problemas con la Selección ni sumarse al zigzag del atormentado ex técnico.
“¿Debe volver Maradona a la Selección?”, le preguntaron a Messi. La cámara encendida le impedía cualquier huida al delantero del Barcelona, que prefirió mostrar sus sentimientos: la vuelta de Maradona no lo conmueve.
“No soy yo quien decide. Quien esté me parece bien. Es algo que no depende de mí”, dijo en Barcelona al recibir los trofeos al mejor jugador y mejor goleador de la última Liga española. Y así, Maradona, uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos, confirmó a más tardar ayer que no cuenta con el apoyo de Messi, su “heredero”.
El 3 de julio pasado, en el estadio Greenpoint de Johannesburgo, marcó un punto quizás de no retorno en la relación entre Maradona y Messi. Argentina se fue goleada 4-0 por Alemania, y una de las primeras cosas que Maradona contó a la prensa fue que Messi había llorado amargamente en el vestuario. Semanas después, Maradona renunció a la Selección. Ahora quiere volver, y para ello no duda en descalificar a su sucesor, Sergio Batista.
Días atrás, Maradona dijo que hace tiempo que espera que Messi lo llame. Tras esa frase llegó su frustrado intento de “operativo retorno”, con frases como “daría mi vida por volver a ser técnico de la selección”, “daría un brazo”, “estoy desesperado” o “tengo sed de revancha”.
Probablemente demasiado show para el circunspecto Messi. Haber sido honrado con la “10” de Maradona el 28 de marzo de 2009 ante Venezuela o con la capitanía de la selección el 22 de junio de 2010 ante Grecia, fueron valiosos gestos de Maradona, pero no más que eso. El Messi de la Selección necesitaba un conductor, pero la Argentina maradoniana pretendió que el conductor fuera él. Messi, está claro, no quiere volver a eso.
Inmerso en un juego de presiones y expectativas, incómodo ante los interminables y pegajosos abrazos y besos de Maradona, Messi fue de mayor a menor en aquel Mundial de Sudáfrica, aunque le sobró para ser, por lejos, el mejor de la Selección Argentina.
El 30 de junio de 2006, en el Olímpico de Berlín, miró desde afuera la eliminación ante Alemania. El 3 de julio jugó los 90 minutos para una decepción similar. Con pocas palabras, Messi demostró que no quiere una nueva versión de la misma historia en Brasil 2014.
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