Martes, 16 de agosto de 2011 | Hoy
DEPORTES › EL CAMPEóN LOGRó SU PRIMER TRIUNFO DEL APERTURA APLASTANDO A BANFIELD
El 3-0 del resultado final parece mentiroso frente a la diferencia que hubo entre ambos equipos en el campo de juego. Silva abrió la cuenta de penal, Ortiz aumentó de cabeza y Martínez anotó el tercero con un bombazo, aunque el rival no fue medido.
Por Daniel Guiñazú
Todavía es demasiado temprano para arriesgar pronósticos. Y la pobreza de Banfield exige frenar los entusiasmos anticipados. Pero Vélez volvió a jugar como lo que es (el campeón reinante del fútbol argentino) y como lo que puede ser (un gran candidato a reiterar el título). El 3-0 que generó ayer en Liniers debió haber sido más grande. Tan marcadas fueron las diferencias entre un equipo diseñado para jugar bien (el de Ricardo Gareca) y otro (el de Sebastián Méndez) armado para jugar mal.
Hay distancias visibles entre el Vélez que se alzó con el Clausura y este que arrancó el Apertura. Franco Razzotti y Víctor Zapata están lesionados, Maxi Moralez se fue a Italia y Ricky Alvarez, la primera opción a la hora de los cambios, ya forma parte del Inter. Pero Gareca no le hace concesiones a la nostalgia. Canteros y Cabral cubrieron más que bien el medio. Y aunque el estilo de David Ramírez no es comparable con el de Moralez (Ramírez es más lento pero también más elegante, Moralez era más vivaz y eléctrico), la cuota de generación de buen juego sigue estando garantizada.
Además, Juan Manuel Martínez y el uruguayo Santiago Silva no han saciado su voracidad goleadora. Y se encuentra intacta la idea madre del equipo (la pelota rodando a ras del piso, la salida por los costados, el toque y la movilidad). O sea: todo aquello que sostuvo a Vélez en el primer tramo del año sigue estando en su lugar. Por eso, aunque en los 45 minutos iniciales, le costó arrancar y sólo llegó al gol por un error del árbitro Pablo Díaz (interpretó como penal un choque entre Dos Santos y Papa) que Silva aprovechó, en la segunda etapa se puso en marcha y lo borró de la cancha a Banfield.
Tuvo a su favor que a los tres minutos Ortiz le puso la cabeza a un corner de Ramírez desde la derecha y el 2-0 despejó cualquier incertidumbre. Con el destino de los puntos asegurado, Vélez empezó a mover la pelota por las bandas con soltura y precisión y a fabricar llegadas, con Augusto Fernández y Papa mandados por los costados, con el buen gusto de Ramírez engalanando cada jugada y con Martínez y Silva apuntándoles al arco de Lucchetti. Banfield, en tanto, no pudo solucionar ni uno de sus problemas. Y sin fútbol (es muy difícil tenerlo cuando son Ladino y Eluchans quienes suben la pelota), sin peso en el medio y sin solidez en el fondo, vio pasar de largo a Vélez hasta convertirse en un testigo sufriente del partido.
El tercer gol cayó a siete minutos del final con un zurdazo de Martínez que pegó en el travesaño, picó sobre la línea y Pablo Díaz cobró por la indicación del primer asistente Yamil Bonfá. Pero debió haberse dado bastante antes. Lucchetti le sacó un remate a Silva, otro de Ramírez salió al lado del palo izquierdo, un cabezazo de Ortiz se fue afuera por muy poco y un tiro de Silva dio en un poste. A partir de lo cual debe quedar en claro que los tres goles de diferencia existieron en el desarrollo y que nadie se hubiera dado por sorprendido si el final hubiera sido con goleada.
En algún momento del semestre, la Copa Sudamericana se cruzará en el camino de Vélez. Y la tentación del torneo continental obligará a repartir esfuerzos y a multiplicar el desgaste como sucediera con la Copa Libertadores en la primera parte del año. Es un hecho que se volverá a apuntar al plano internacional. Sólo por eso a Vélez hay que tomarlo con pinzas. Pero por concepto de juego, individualidades y funcionamiento, no hay dudas: sigue siendo el mejor de todos. Y está capacitado para volver a demostrarlo.
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