Martes, 16 de agosto de 2011 | Hoy
SOCIEDAD › UN AGENTE DE LA METROPOLITANA MATó A DOS ASALTANTES EN UN COLECTIVO EN AVELLANEDA
Cinco jóvenes asaltaron el interno 77 de la línea 79. El micro llevaba once pasajeros, entre ellos un agente de la Metropolitana. El policía disparó contra los ladrones. Mató a dos y los otros escaparon. El gobierno de Macri respaldó lo actuado.
Por Horacio Cecchi
La información es confusa. Si se atiende a la información inicial, un agente de la Policía Metropolitana mató ayer, temprano en la mañana, a dos ladrones que intentaron asaltar a los pasajeros de un colectivo de la línea 79 a la altura del supermercado Makro, dos cuadras antes de cruzar el puente Victorino de la Plaza hacia el territorio porteño. Siguiendo la misma información, otros dos o tres asaltantes lograron escapar. También se señaló que los ladrones iban armados y cuando el agente, que no llevaba puesto el uniforme, descubrió lo que ocurría dio la voz de alto y, como los delincuentes no acataron la orden, disparó dos veces a cada uno de los fallecidos. Pasado el mediodía, el ministro de Justicia y Seguridad porteño, Guillermo Montenegro, y luego el jefe de la Metropolitana, Eugenio Burzaco, respaldaron la actuación del agente y destacaron su valentía y profesionalismo. Hasta acá, la información de las fuentes policiales. Poco o ningún énfasis se hizo en que en el colectivo viajaban otros diez pasajeros, y que por el momento no consta que las supuestas armas de los supuestos asaltantes hayan sido disparadas.
La historia, según las fuentes policiales, se inició a las 4.30 (aunque las primeras versiones, señalaron las 6.30) cuando un adolescente de 16, un muchacho de unos 25 años y unos tres chicos subieron al interno 77 de la línea 79 que se dirigía hacia la Capital. Lo hicieron a la altura del supermercado Makro, que se encuentra en Francisco Pievoni y Fiorito, en Valentín Alsina, partido de Avellaneda, y a dos cuadras del puente que cruza el Riachuelo para desembocar en la avenida Vélez Sársfield. Los tres más chicos amenazaron con armas al colectivero, mientras que otros dos se distribuían para robar las billeteras a los pasajeros. En el fondo, dormía el agente de la Metropolitana que había subido en Berazategui y se dirigía hacia la comisaría de la Comuna 12 en Saavedra, De acuerdo a las mismas fuentes, se despertó por los gritos y dio la voz de alto mientras desenfundaba su arma reglamentaria. Cuando comprobó que no acataban la orden, disparó contra los dos que se encontraban más cerca, provocándoles la muerte. Los otros tres huyeron.
La información, de hecho, no sólo fue respaldada sino subrayada por Montenegro y Burzaco, este último sostuvo que el agente (graduado en diciembre de 2010 con “muy buen concepto”, acuñó el jefe) actuó “con valentía y profesionalismo para proteger la vida del conductor y los pasajeros del transporte”, sin que quedara demasiado clara la última parte de la defensa de su subordinado.
De hecho, la ley de Seguridad Pública, artículo 28, inciso h), sostiene que los Metropolitanos deben “recurrir al uso de armas de fuego solamente en caso de legítima defensa, propia o de terceros y/o situaciones de estado de necesidad en las que exista peligro grave, inminente y actual para la vida de las personas protegidas, o para evitar la comisión de un delito que entrañe ese mismo peligro, debiendo obrar de modo de reducir al mínimo los posibles daños y lesiones a terceros ajenos a la situación”.
Los ajenos a la situación serían, para el caso, los otros diez pasajeros y el chofer, suponiendo que los cinco asaltantes eran cinco y eran asaltantes. De ser así, la ímproba tarea de sólo mostrar el arma y evitar que las otras se disparen contra sí mismo o contra los “ajenos” en el reducido espacio de 20 metros cuadrados más que un acto de valentía y profesionalismo, pareciera la bola de un pinball puesta a rebotar al azar.
Una de las probabilidades, aunque no planteada por fuentes policiales, es que el metropolitano haya disparado antes de que lo detectaran como policía, que lo hubiera destacado como blanco. La portación obligada del arma lo instaló en la falsa opción de proteger su vida anticipadamente. Esta hipótesis coincide con lo que señaló un testigo a las agencias: “Estaban armados pero no pudieron disparar porque apareció el policía. No pensaban que había un policía entre los pasajeros”.
“Todo ocurrió muy rápido, fueron segundos. Me querían sacar la billetera y yo les muestro que no tenía plata. Entonces, el policía se identifica. Yo no lo escucho porque tenía el MP3 puesto, y empiezan los disparos”, relató el hombre a la prensa, sin explicar cómo supo que el policía se identificó sin escucharlo. “A uno le aplica dos disparos y después cae. Al otro le aplica uno, medio que quiere balbucear algo, pero ahí, de remate –afirmó el testigo–, le aplica otro, porque no se sabía si quería resistirse con un arma”, agregó el testigo.
El caso quedó a cargo del juez de instrucción Juan Ramos Padilla. Que el caso haya ocurrido en Avellaneda podría generar el cambio jurisdiccional. Entre tanto, centenares de casos como el de Witis (ver abajo), Damián Rosende, Carla Laborde, dan testimonio de los intereses de las fuentes.
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