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No puede asegurarse, bajo ningún concepto, que el cero a cero del resultado final haya sido justo. Al partido que protagonizaron Gimnasia y Racing le faltó, sin duda, la emoción del gol. Porque el trámite del encuentro fue ardoroso y disputado, aunque los dos equipos carecieran de la precisión imprescindible para vulnerar la valla rival. Gimnasia consiguió, con el cero final, ahuyentar el fantasma de Boca, que le había ganado un partido similar en el último minuto, dos fechas atrás. Racing, sin embargo, se fue preocupado pese al valioso punto logrado como visitante. La falta de gol que tanto lo preocupó en la semana no fue corregida.
El primer tiempo mostró un desarrollo vibrante por el ida y vuelta sin cesar con que iba y venía la pelota. Y fue muy disputado, aunque los equipos que no alcanzaron a alcanzar claridad ni penetración en la misma medida que atacaron. Gimnasia abusó del pelotazo y el centro aéreo; mientras Racing le faltó un organizador de juego para darle menos vértigo y más precisión a los pases en sus avances.
Durante el primer cuarto de hora fue más ordenada la visita, pues presionaba la salida de Gimnasia, recuperaba y controlaba mejor el balón. Un zurdazo combado con destino de red de Estévez obligó al esfuerzo de Olave para evitar la caída.
Pero, tras ese lapso favorable, los dirigidos por Mario Gómez equilibraron las acciones y pasaron a dominar, en base a una mejor tarea en la contención de sus mediocampistas, entre los cuales sobresalió Solana. En consecuencia, provocó mayores situaciones de riesgo a través del tándem Claudio Enría-Luis Rueda, y el dueño de casa dispuso de ocasiones para pasar al frente del marcador.
Tuvo dos ocasiones que fueron muy claras: cuando Enría dilapidó una chance muy propicia dentro del área chica racinguista y cuando el uruguayo Olveira estrelló un furibundo remate en el poste derecho del arco custodiado por Cuenca.
Milito debió redoblar su esfuerzo por intentar capturar balones en inferioridad numérica. Hasta promediar el segundo período, fue mayor la vocación ofensiva del conjunto de Avellaneda, que inclinó la cancha hacia el área local, aunque sin ser lo suficientemente incisivo para quebrar la resistencia del pelilargo guardavallas.
Recién sobre la media hora del complemento, un tiro libre de Eduardo Domínguez dio en el travesaño y generó algún sofocón, mientras la retaguardia del equipo conducido por Angel Cappa respondía con eficiencia frente a cada embate gimnasista.
Sobre el final, Gimnasia atacó con mayor determinación y estuvo cerca de quebrar el cero, pero el empate fue un justo resultado para equipos que no merecieron quedarse con las manos vacías, pese a su impotencia ofensiva.