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Por estos pagos parece resultar aleatorio que se juegue bien (muy de vez en cuando), regular (muchas veces) o mal (casi siempre). Es muy raro todo, y especialmente fue rara, por lo menos para los teóricos, la 12ª fecha de las Eliminatorias.
Ver por TV 450 minutos más las yapas de tiempos adicionados, 10 seleccionados, 13 goles y 140 jugadores en 24 horas puede confundir para el análisis. Sin embargo, los cinco partidos entregaron diferencias lo suficientemente nítidas como para poder separar las biblias –bastante pocas– de los calefones.
El seleccionado argentino, sin ser el mismo (tampoco lo eran los jugadores) que aquel del primer tiempo contra Uruguay en River, jugó por encima de lo aceptable. Bolivia no está último y sin chances por esas cosas del fútbol.
El fulbito inocuo de Venezuela-Colombia sirvió para darles la razón a los tacticistas que afirman que en fútbol el resultado “perfecto” es cero a cero. Uruguay fue un poco más que Chile y bastante más que lo que venía siendo en los últimos años, pero no le alcanzó.
Un encuentro casi furtivo, como pidiendo permiso, entre los tres habituales frotadores de lámparas del fútbol brasileño –Ronaldinho, Ronaldo, Kaká– le dio a Brasil el 1-0 contra Perú con un gran partido de Cafú y de Ze Roberto, con Robinho entrando en el segundo tiempo –a pedido de la torcida– y con Adriano lastimado. Casi nada más.
El postre llegó, como cronológicamente corresponde, a última hora del domingo. Con un fútbol “bolivariano” en sus fundamentos, Ecuador goleó a Paraguay 5-2 después de estar 0-2 abajo. Y siempre fue por más. Con un tratamiento de pelota que difícilmente pueda decirse o escribirse haya tenido antecedentes en estas Eliminatorias. Individual y colectivamente, Ecuador fue lo mejor de la fecha y tampoco es casual que esté –aunque parezca resultadismo– detrás de Argentina y Brasil. Como para demostrar que los “comentarios previos” sólo sirven para llenar espacios y crear expectativas, el fútbol sigue siendo, como juego que es, cada vez más impredecible. Para bien, para regular, o para mal.