ESPECTáCULOS › PREMIO CASA DE LAS AMERICAS
Una postal de vuelo desde ninguna parte
El dramaturgo Víctor Winer acaba de ganar el galardón con su obra Postal de vuelo.
Por Cecilia Hopkins
Por su obra Postal de vuelo, el dramaturgo Víctor Winer recibió recientemente el Premio de teatro de la cubana Casa de las Américas, uno de los galardones más prestigiosos del continente. “En el imaginario de muchos, ése es un lugar entrañable, un sitio donde pareciera que se encuentran las utopías a tomar café”, expresa el autor en diálogo con Página/12. Escrita hacia fines de 2001 y estrenada por Roberto Villanueva dos años después, la pieza fue elegida entre 141 obras, por un jurado integrado por el tucumano Carlos Alsina, el mendocino radicado en Ecuador, Arístides Vargas, Alondra Badano, de Panamá, Reinaldo Maia, de Brasil, y el cubano Rafael González. En la fundamentación del premio, el tribunal elogió el nivel poético del texto, su “profundidad simbólica” y destacó el entorno devastado y asfixiante –un aeropuerto en ruinas– donde tiene lugar la acción. En efecto, enclavada en un paisaje anónimo y fantasmagórico, la estación aérea se encuentra desafectada desde hace muchísimo tiempo, con sus carros transportadores de equipaje destruidos, con su sistema de señales desbaratado. Los únicos que sobrevuelan el área son los insectos. Como si fueran los sobrevivientes de una pesadilla de ciencia ficción, cuatro personajes se dan cita en ese lugar, símbolo de un mundo extinguido. “Una suerte de Blade Runner criollo”, según el mismo autor define.
“El tema de la crisis entró por ósmosis y esto me fue llevando a una textura diferente, a cambiar el enfoque de la obra”, aclara el autor tras destacar que, en un principio, la pieza tenía un costado humorístico. También era otro el entorno de los personajes, antes ligado al lujo y el bienestar: “La obra surgió de una frase que Rodolfo Walsh recogió en una nota periodística, que decía ‘en Europa está de moda reunirse a jugar el poker en el aeropuerto; el que pierde se toma el primer avión’”. Promediando los acontecimientos, los personajes se encuentran jugando al poker (“anotando los tantos sin fichas sino con porotos, acorde al deterioro general”), cuando sucede la muerte de uno de ellos. Es entonces cuando todos se dan cuenta de que el muerto no había tenido tiempo de mostrar que tenía poker. Advierte el autor que “allí se puede hacer una analogía con la Argentina: tenemos todo, los 4 climas y toda la riqueza y sin embargo terminamos saqueados. Aunque las cartas son nuestras, no podemos jugarlas”. Aclara el autor que, no obstante las interpretaciones, “no tenía intenciones de hacer una bajada de línea política sino que fueron los acontecimientos los que posibilitaron una lectura particular de la pieza”.
En estos días, no solamente Postales de... le está brindando satisfacciones a su autor. Premiada por la Universidad de Nueva York, Freno de mano, otra de sus piezas más difundidas –“también muy ligada al tema de la crisis”–, continúa representándose en el interior del país, siempre por elencos de actores muy jóvenes. El autor ya vio unas 15 puestas de esta obra que presenta a un aprendiz de abogado que desea cobrar un seguro por accidente en Nueva York en tanto que su esposa está dispuesta a vender su riñón al mejor postor. Entre otras provincias, esta obra fue estrenada en Mendoza, San Luis, La Pampa, Mar del Plata y, próximamente, en Santa Fe. Winer observa que algunos montajes proponen una mayor participación con el público, en tanto que otros son de corte más tradicional. En septiembre, por otra parte, se conocerá una puesta española de la misma obra. En cuanto a otra de sus piezas, Luna de miel en Hiroshima, (“obra de humor guiñolesco y bizarro”, según destaca el propio Winer) se estrenará en mayo en el circuito comercial madrileño, bajo la dirección del joven e iconoclasta Esteve Ferrer.