Sábado, 24 de junio de 2006 | Hoy
Por J. J. P.
Diría el Superagente 86: “Jefe, el Control es un Kaos”. Es un caos, sí señor. En cada uno de los estadios en que estuvimos –casi todos– vivimos experiencias entre curiosas y grotescas a la hora de ingresar al centro de prensa, al estacionamiento o a los lugares asignados en las canchas. Si en algún aspecto del Mundial se manifiesta claramente la autonomía y la independencia regional de los alemanes es en el sistema elegido para controlar los accesos: en cada ciudad hacen lo que se les canta.
Aquí van algunos ejemplos:
- En la entrada de prensa del estadio de Nuremberg a veces se ponen tan rigurosos que son capaces de impedir que un pe-
riodista entre con una manzana. “Juro que me la quitaron, me dieron un número para retirarla al final del partido, cuando ya no tenía ni hambre ni tiempo”, contó un simpático colega de la agencia ANSA. A Claudio Federovsky, de Radio Provincia, le retuvieron un deso-
dorante y le explicaron que la mezcla de spray con encendedor puede resultar explosiva. En el estadio de Francfort los periodistas tienen prohibido ingresar a los pupitres con botellas de plástico de gaseosas, pero los voluntarios, en el entretiempo, reparten botellas de plástico de agua mineral.
- Un periodista que se quedó sin entrada para determinado partido puede colarse hasta con el carnet del Automóvil Club en algunos estadios, pero casi no entra en otros teniendo todo en regla. Al respecto, algunos colegas solidarios han elaborado una especie de guía para el colado para compartir con los compañeros y que todos sepan cómo, cuándo y por dónde mandarse, cuando, vaya a saber por qué criterio, la organización te deja en la lista de espera.
- Fue muy curioso lo que nos ocu-
rrió en Francfort. Llegamos al estadio en el auto de los periodistas de El Gráfico Elías Perugino y Diego Borinsky. Nos hicieron bajar a todos, nos revisaron de pies a cabeza y lo propio hicieron con el vehículo. Los guardias tienen una especie de espejo de dentista para elefantes o para tiburones y lo meten por debajo del auto, previendo la posibilidad de una bomba. Nos acordamos de aquel cantito de la hinchada de la Real Sociedad de San Sebastián, en los tiempos de auge de la ETA, para presionar a los referís: “Arbitro, esta noche/ mira bajo el coche”. Lo raro fue que el tipo que manipulaba el aparatito, medio cholulo, medio baboso, cuando vio que éramos argentinos nos preguntó si sabíamos si iba a ir a la cancha Ingrid y explicó: “Es una rubia, una modelo maravillosa”. Se refería a Ingrid Grudke. En la revisión personal, a Greco le sonó la alarma: en el bolso tenía una rara minilata de cerveza. Es que el tipo se la pasa coleccionado cosas de esa clase para llevarle a su hermana. Los policías se quedaron con la latita a pesar de que Greco, casi a los gritos, decía: “Ey, che, la latita no, es para Carina, es para Carina”.
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