“El fútbol mundial se está emparejando” o “Cualquiera le gana a cualquiera” son frases hechas que, de tan repetidas, terminan por confirmarse como verdades absolutas. Sin embargo, la lógica que imperó en la primera fase del Mundial es realmente asombrosa, sin que se haya producido ninguna sorpresa y media; apenas algunas media-sorpresas como pueden ser la clasificación de Ghana postergando a la República Checa o la aparición en octavos de final de Australia, que ocupó la plaza que en la previa se le podía adjudicar a Croacia. Casi en un mismo plano se podría considerar el ingreso de Ecuador, en un grupo no del todo difícil con rivales de una jerarquía similar como Costa Rica y Polonia. Claro que el efecto sorpresa no tocó a ningún candidato ni fue protagonizado por ninguna cenicienta. Tanto que los ocho cabezas de series avanzaron a la siguiente fase, y sólo México y Francia no lo consiguieron como ganadores de zona.

Sin necesidad de ir a la prehistoria de los campeonatos del mundo, el repaso alcanza para demostrar que en Alemania 2006 no hubo grandes batacazos, que sorprendieran en la tapa de todos los diarios del planeta. Hasta ahora, no hubo un Argelia 2, Alemania 1 como en España ’82, Arabia Saudita 1, Bélgica 0 en Estados Unidos ’94 y ni hablar del Camerún 1, Argentina 0 en Italia ’90 o del Senegal 1, Francia 0 en el Mundial pasado, cuando los campeones reinantes debutaron con una derrota.

De los 16 equipos clasificados a octavos de final, cualquier aficionado más o menos interesado en el fútbol habría acertado, sin ninguna dificultad con, al menos, trece. Alemania, Inglaterra, Suecia, Argentina, Holanda, Portugal, México, Italia, Brasil, Francia, Suiza, España y Ucrania eran favoritos en la previa y cumplieron con los pronósticos. Salvo Francia, las potencias no tuvieron mayores inconvenientes para saltar la primera valla. Sólo República Checa y Croacia no pudieron ratificar su condición de candidatos en sus respectivos grupos, aunque sus debacles tampoco se las puede catalogar como grandes batacazos. Los checos, perseguidos por lesiones, ni siquiera se habían clasificado para el Mundial anterior, mientras que los croatas se habían quedado en la primera fase en Japón y Corea. Y lo cierto es que el ruido de estas caídas no son comparables a los de Argentina o Francia en 2002 o al de España en el ’98, por ejemplo.

Los tres que pasaron sin que se los tuviera tanto en cuenta son Ghana, Australia y Ecuador. Igualmente, los ghaneses estaban considerados los africanos más peligrosos junto a Costa de Marfil, en tanto que los australianos se habían ganado un poco más de respeto a partir de superar a Uruguay en el repechaje. Y si bien Ecuador no era un número puesto, tampoco era totalmente ilógico que pudiera postergar a Polonia o Costa Rica, como lo consiguió. Además esos impactos son bastante menores a lo que significaron la clasificación de Marruecos en el ’86 en un grupo que compartía con Inglaterra, Portugal y Polonia; la de Camerún en el ’90 por delante de la Argentina de Bilardo, Rumania y Unión Soviética; la de Costa Rica en ese mismo torneo postergando a Suecia y Escocia; la de la Arabia Saudita de Jorge Solari en el ’94 en una zona integrada por Holanda, Bélgica y Marruecos; o la de Senegal en 2002 eliminando a Francia y Uruguay.

Puede ser que el fútbol mundial se esté emparejando y que ya no haya rivales fáciles. Y que “cualquiera le gana a cualquiera”. Pero es difícil... Lo que demuestra Alemania 2006 es que los cualquiera más grandes les siguen ganando a los cualquiera más chicos.