Sábado, 24 de junio de 2006 | Hoy
EL MUNDO › EL LEGADO DEL CANDIDATO DEL PRD PARA LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES
Por Maite Rico *
Desde México DF
“Enséñeme lo que ha hecho Andrés Manuel López Obrador en la Ciudad de México.” El taxista mira con desconcierto. Quiero ver cómo ha cambiado la capital mexicana entre el 2000 y el 2005, los cinco años de alcaldía del hoy candidato de la izquierda en las elecciones presidenciales del 2 de julio. “Pues cambiar, cambiar...” ¿Qué tal el segundo piso del Periférico? Al hombre se le iluminan los ojos. “¡Cómo no, ándele!” Y pisa a fondo el acelerador de su Volkswagen escarabajo pintado de verde chillón y blanco, taxi emblemático de esta urbe de 19 millones de habitantes.
El conductor se llama Apolonio Vargas y se dice seguidor de López Obrador y del Partido de la Revolución Democrática (PRD). “Queremos algo diferente. Ya votamos antes por el cambio y no hubo nada”, explica, en referencia a Vicente Fox, del Partido Acción Nacional –PAN, derecha–, que en el 2000 inauguró la alternancia política en México al desbancar al Partido Revolucionario Institucional (PRI) después de 70 años en el poder. “Fox no creó fuentes de trabajo. Todo sigue igual.”
Avanzamos en dirección al Periférico, que atraviesa la ciudad de Norte a Sur. Para aliviar el tráfico, López Obrador construyó un polémico segundo piso de 12 kilómetros, que presenta como una de las obras “más importantes del mundo”. El escarabajo ruge mientras vuela por la rampa de acceso. “¡Hasta el aire es diferente!”, dice, se emociona Apolonio.
Para los detractores, el segundo piso del Periférico, inaugurado el pasado 14 de mayo, es un elefante blanco edificado con un claro cálculo electoral. López Obrador logró, gracias a su mayoría en la Asamblea legislativa local, que el costo de la construcción permanezca en secreto hasta el 2012. “Con un transporte público en estado calamitoso, había otras prioridades”, señala Pablo Hiriart, director del diario La Crónica y fustigador impenitente del candidato. “López Obrador no sólo no construyó un metro de Metro sino que en el 2004 le recortó 793 millones de pesos (60 millones de euros).” Eso a Apolonio no le preocupa. ¡Ahí tiene a López Hablador!”, bromea. El candidato presidencial nos sonríe desde un cartelón que se asoma a la autovía. Siendo alcalde, prohibió los anuncios en el Periférico. En la otra cara del cartel hay un rostro menos simpático: el de un secuestrador. La madre de la víctima ofrece una recompensa a cambio de información. La seguridad pública ha sido uno de los grandes fracasos de López Obrador (y también del gobierno federal). Durante su gestión, los secuestros se duplicaron en la capital mexicana, hasta llegar a los siete mil. En esta materia, Apolonio tiene mucho que decir: “Me han asaltado seis veces en el taxi. La mayoría son jóvenes. De repente sientes la pistola y que te dicen: ‘Ya bailaste, mano’. Nunca he puesto denuncia, porque no sirve para nada”.
Alejandro Encinas, que sucedió en la alcaldía a López Obrador, reconoce que esta administración deja muchas asignaturas pendientes: la criminalidad, el abastecimiento de agua potable, la recolección de basura o el transporte público. Como contrapartida, Encinas esgrime importantes proyectos de infraestructura y dice que la deuda de la ciudad –que se ha duplicado en cinco años, hasta superar los 42 mil millones de pesos– está bien manejada. Con este balance más bien mediocre, cabe preguntarse cómo es posible que el PRD, que gobierna la capital desde 1997, siga encabezando las encuestas.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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