La lluvia de ayer trajo el recuerdo de lo que había sucedido durante la edición pasada, cuando en la jornada del viernes 19 de febrero la zona de los bosques fue castigada duramente por el agua, anegando prácticamente todas las salidas del estadio. Ese día no faltaron ocurrencias para intentar abandonar el lugar: zapatillas y medias en las manos, el agua hasta los tobillos e incluso un poco más, carritos de golf transportando gente entre charco y charco, guías improvisados que avisaban por dónde era conveniente transitar. La salida fue tan caótica como bizarra, y por eso, se dijo entonces –y se recordó ayer–, esa jornada iba a quedar en la historia del ATP porteño.

No hizo falta ayer evacuar el estadio ni tampoco se vieron las pintorescas postales del año anterior. En ese viernes de 2010, ya opacado por el retiro de David Nalbandian, el calor era sofocante y el cielo estaba denso, oscuro. No se enfrentaba Chela con Montañes, pero se estaba jugando el partido más importante de la jornada, entre Juan Mónaco y Horacio Zeballos, que fue suspendido y debió concretarse el sábado porque el cielo se vino literalmente abajo.

La imagen de la tarde de ayer fueron los pasillos poco poblados del sector de los sponsors y del patio de comidas. Las promotoras debajo de sus respectivas carpas, la gente de seguridad bajo la lluvia y la sala de prensa repleta de caras largas, colmadas de aburrimiento y vagas especulaciones. Pero hubo quienes le sacaron provecho al mal tiempo. Aprovechando las combis del Ministerio del Interior apostadas en la zona de ingreso al estadio, realizaron el trámite para la obtención del nuevo DNI. “Hay que aprovechar la lluvia, hice el trámite en menos de media hora y pagué sólo 35 pesos, acá es más barato que en Santa Fe, que sale 80”, le comentó a este cronista el varón de una pareja que se había acercado hasta la zona sólo para concretar el trámite. En la corta fila, de no más de 20 personas, se podían ver promotoras, acreditados y alegres espectadores con ganas de matar dos pájaros de un tiro. Lo mismo hizo un grupo de policías federales que, pese a estar prestando servicio, también se decidieron por hacer el trámite, aunque con menos rigor en la espera, pequeño privilegio de cargar un uniforme.