Jueves, 30 de noviembre de 2006 | Hoy
DEPORTES › OPINION
Por Adrián De Benedictis
Suele ocurrir que cuando una aspiración deportiva no puede concretarse aparecen las acusaciones en busca de los responsables. Y como el seleccionado masculino de voley decepcionó en el Mundial de Japón, sería muy fácil identificar a los protagonistas que no alcanzaron el nivel esperado. Pero por estas horas habría que analizar cuáles pueden ser los factores que determinaron esta posición final inesperada. Y haciendo una mirada rápida de la situación, se puede observar que uno de los mayores inconvenientes que tiene la Selección Argentina es el de la falta de nombres de jerarquía, que puedan cumplir sus funciones con el grado que requiere la alta competencia.
Un claro ejemplo del presente que atraviesa este plantel es el de Luciano De Cecco. Con apenas 18 años, este juvenil tuvo que hacerse cargo de un rol clave en la estructura de un equipo. Y esto significa la poca cantidad de variantes que puedan aparecer en el ámbito local. Después de la partida de Hernán Ferraro, con más de 35 años, no se vislumbra aún un jugador en ese puesto que combine capacidad y experiencia. Pero esto sólo es para resaltar el momento, porque De Cecco seguramente podrá afirmarse en ese lugar con la continuidad que está manteniendo, y nadie duda del talento que pueda ofrecer.
Y como la anterior pueden surgir otras muestras. Pero todo ese proceso no sólo necesitará tiempo, sino que también habrá que soportar otras frustraciones en cuanto a resultados. En ese sentido, el principal trabajo que tendrá por delante el conductor Jon Uriarte será detectar a esos jugadores para ir recuperando lentamente una posición entre las grandes potencias. Que este desempeño en el Mundial sirva como puntapié para lo que viene.
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