Mientras que la Fed (la banca central estadounidense) abre el juego para nuevos recortes en la tasa de interés, el Banco Central Europeo se plantó en 4 por ciento. Pese a las presiones, el BCE decidió no tocar sus tasas, manteniendo así el foco de su política monetaria en la contención de la inflación. El presidente de la autoridad monetaria europea, Jean-Claude Trichet, enfatizó como objetivo prioritario la importancia de mantener la estabilidad de precios a mediano plazo. En este escenario, el euro y los commodities volvieron a dispararse. La moneda europea se ubicó cerca de 1,54 por dólar, el petróleo rozó los 106 dólares por barril y el oro está cada vez más cerca de pasar la barrera de los 1000 dólares la onza.

Para evitar que el Viejo Continente se lleve todas las miradas, en Estados Unidos se difundieron nuevos datos económicos negativos. Así, sumado a lo que ya había pasado en Europa, Wall Street cerró en rojo: el índice Nasdaq perdió 2,3 por ciento y el Dow Jones, 1,8.

Con la decisión de mantener las tasas, el BCE está alertando a la Fed que no relajará su política monetaria para aliviar la situación estadounidense. En Europa la prioridad es controlar la inflación, pero un euro tan apreciado puede empezar a generar problemas de competitividad para la industria y otras actividades. La diversidad de países que componen la eurozona es otra dificultad al momento de mover las tasas. Países como España e Italia apoyarían una baja, dejando en segundo plano el alza de precios, mientras que Alemania, donde existe una extensa tradición antiinflacionaria, no aprobaría esta modificación.

Por ahora, la coordinación de las herramientas monetarias europeas es suficiente para contener las presiones sobre las tasas. Al igual que hiciera la Fed en enero, el BCE actualizó a la baja las expectativas de crecimiento y al alza la inflación. Por su parte, el presidente del banco europeo advirtió también que, dadas las condiciones del mercado laboral, existe la posibilidad de que los incrementos salariales sean mayores que los esperados.

El BCE no estuvo solo. En un marco de aceleración inflacionaria, el Banco de Inglaterra decidió ayer mantener su tasa de interés de referencia en 5,25 por ciento. El banco central inglés había reducido sus tasas en diciembre y febrero. Por su parte, el FMI salió a respaldar públicamente la decisión europea de mantener sus tasas, luego de haber señalado al BCE como “superpoderoso”.

En Estados Unidos, en tanto, los embargos vinculados con préstamos inmobiliarios alcanzaron un nivel record en el cuarto trimestre en Estados Unidos y, según un sondeo privado, la mayoría de los ejecutivos de ese país cree que la economía está en recesión. Entre los datos “no tan malos” se difundió una baja significativa en las solicitudes del subsidio por desempleo.