ECONOMíA › CAíDA DE LAS BOLSAS EUROPEAS E INCERTIDUMBRE ECONóMICA

Miedo a la recesión

 Por Eduardo Febbro

Desde París

La evocación verbal con el borde de los labios de hace unas semanas se volvió un espectro. Esto pasó a ser una amenaza. Y esta última adquirió todos los rasgos de una figura real: la recesión. Pese a los sucesivos planes de rescate del sistema financiero, el norteamericano y el europeo, las bolsas del Viejo Continente regresaron a las profundidades empujadas por los vientos recesivos: el índice Dax de Francfort, la principal plaza de la zona euro, cedió un 6,5 por ciento; Londres retrocedió en 7,2; París un 6,8; el Ibex español perdió 5,1 y el índice Latibex, que reúne a 38 valores latinoamericanos cotizados en euros en la Bolsa de Madrid, bajó 11,3 por ciento. El horizonte se nubló de golpe después de las expectativas que generó el anuncio de los rescates financieros. El reloj marca hoy minutos de grandes tensiones y previsiones morosas. El comisario europeo para los Asuntos Económicos, Joaquín Almunia, reconoció ayer que los europeos “necesitamos empezar a pensar cómo organizar mejor la economía entera, porque estamos empezando a sufrir también en la economía real, en el sector no financiero de nuestra economía. Debemos ocuparnos de esos problemas, el crecimiento, el empleo y el bienestar de los ciudadanos”.

La canciller de Alemania, Angela Merkel, poco amena a las divagaciones catastróficas, también ahondó en ese sentido cuando dijo “debemos prepararnos para una desaceleración del crecimiento en Alemania”. París, Roma, Londres, Madrid, Lisboa, Dublín, las capitales europeas se preparan para un futuro donde el término “crisis financiera” será reemplazado por la palabra “recesión”. Reunidos en Bruselas con la meta de extender a los 27 miembros de la Unión Europea el dispositivo de rescate adoptado el domingo pasado en París por los 15 países europeos que integran la zona euro, los líderes de la Unión se encontraron con la recesión como invitada forzosa. Los países de la UE inyectaron más de 1,8 billón de euros (2,4 billones de dólares) como antídoto contra la crisis financiera. La euforia por ese plan duró apenas 24 horas. El aluvión de malos índices obligó a modificar las agendas y apaciguar los festejos.

La Unión Europea aprobó finalmente ampliar a los 27 Estados miembros el plan de rescate bancario pactado en París al tiempo que llamó a la realización de una cumbre mundial antes de finales de año. Esa cumbre, anhelada por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, tiene como meta una profunda reforma del sistema financiero internacional.

Sarkozy explicó en Bruselas que esa cumbre debe realizarse de forma inmediata, “preferentemente en Nueva York, donde todo comenzó” porque “no queremos que mañana las mismas causas produzcan los mismos efectos”. Sarkozy añadió que “esta crisis es la crisis de sobra, hay que refundar el sistema. Esa refundación debe ser global (...) las reglas tienen que ser replanteadas, su coherencia debe resaltar. Los actores privados deben ser responsables”.

El presidente francés también adelantó una ambiciosa propuesta para penalizar a los delincuentes del sistema mundial. Sarkozy instó a los líderes de la Unión a tomar medidas urgentes contra los hedge funds, así como contra los fondos provenientes de las zonas off shore y los paraísos fiscales. “Propongo un sistema muy simple: que ninguna institución financiera escape a la supervisión y a la regulación. Esto pensando en la regulación que debemos aplicar a los hedge funds. No puede haber zonas grises”, dijo el mandatario francés. Los europeos tienen en la agenda la creación de una “célula de crisis financiera” a la que los gobiernos podrán recurrir.

Las perspectivas negativas de la economía –en lo concreto, el muro de la recesión– dividieron a la UE en torno a lo que era una de sus principales metas políticas. Se trata de las medidas para paliar los efectos del cambio climático. Polonia e Italia rechazaron el plan europeo porque consideraron que sus objetivos son demasiados pesados en el contexto de crisis actual. Las metas sobre el cambio climático fueron fijadas en 2007 mediante un compromiso para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 20 por ciento antes de 2020 e incrementar el uso de las energías renovables al 20 por ciento del total del consumo europeo. Pero los signos de deteriorización de la coyuntura alejaron en el tiempo las ambiciones climáticas. “La hora es grave”, decía ayer un operador económico de París citando las últimas cifras sobre la venta de autos nuevos en Europa. Las ventas cayeron en 8,2 por ciento, lo que equivale al nivel más bajo registrado en la última década.

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