ECONOMíA › EL PROTECCIONISMO, SEGUN HA JOON CHANG

Volteando mitos

El reconocido economista heterodoxo Ha Joon Chang, de la Universidad de Cambridge, brindó una conferencia a unos 1200 empresarios textiles reunidos en el evento de la Fundación ProTejer y destacó que “es necesaria la protección a la industria argentina”. Luego charló a solas con Página/12. En un análisis histórico, el surcoreano planteó que las políticas proteccionistas, que tanto critican los profetas de las naciones más avanzadas, fueron las que permitieron desarrollar su propia industria. De esta forma, Chang denunció que “patearon la escalera, después de subirla”. Defendió el resguardo contra las importaciones para el caso de la industria local, pero alertó sobre el plan que debe estar por detrás de cualquier política proteccionista: “Hay que combinar el proteccionismo con una política de inversión tecnológica, en el marco de una estrategia de largo plazo”. Para el economista, la cuestión está en “hacer una elección consciente para desarrollar sectores determinados”.

Chang comenzó su conferencia ilustrando con el ejemplo de la industria japonesa, que se benefició durante treinta años de un férreo proteccionismo, a pesar de que, a mediados del siglo pasado, abundaban fanáticos del libre mercado que criticaban la protección y pedían respetar el esquema de las ventajas comparativas, es decir, que Japón continuara siendo básicamente un país exportador de seda. “Sin tres décadas de proteccionismo y otros apoyos, Toyota no existiría como ahora”, manifestó. Pero Chang no redujo la exposición al caso asiático: “No sólo Japón y Corea, todos los países ricos se desarrollaron en base a políticas heterodoxas”. Y se focalizó en los países librecambistas por excelencia: “Estados Unidos fue el país más proteccionista hasta la Segunda Guerra Mundial”. “Algo similar ocurrió en Gran Bretaña en el siglo XIX, particularmente con la industria textil”, agregó. “La historia del librecambio es totalmente al revés”, sentenció.

Según explicó ante los empresarios, el caso de las regulaciones comerciales no es único, sino que ocurrió algo similar con la prohibición o restricción en la inversión extranjera directa, con las empresas públicas, la propiedad de la tierra o la propiedad intelectual. “Cuando ellos eran países que se estaban de-sarrollando, utilizaban políticas contrarias al libre comercio. A pesar de ello, ahora piden que se utilicen políticas liberales. Esto significa patear la escalera”, remarcó el economista.

Al referirse a la Argentina, y en particular al sector textil, Chang explicó que “los altos salarios en Argentina en comparación con China hacen necesario el apoyo proteccionista del Gobierno”, y agregó: “Los países en vías de de-sarrollo tuvieron un pésimo desempeño cuando aplicaron políticas liberales”. Pero también llamó la atención sobre la necesidad de invertir en desarrollo de tecnologías. “Puede haber proteccionismo, pero no desarrollo. Para que eso ocurra debe haber inversión en tecnología, mejorar la comercialización y la productividad, en el marco de una estrategia de largo plazo. No se puede subsidiar indefinidamente”, enfatizó.

–¿Cómo evalúa la política industrial del gobierno argentino, en torno del control de importaciones? –le preguntó Página/12 al economista.

–En el corto plazo no estoy en contra de ninguna de estas medidas. La cuestión es que esta restricción se use en forma inteligente, canalizando los intercambios comerciales por los sectores adecuados. Suecia se desarrolló en base a las ventajas naturales, desarrolló la industria de acero por la facilidad de conseguirlo. En el caso de Argentina, sería tonto obviar las ventajas en la actividad agrícola. Pero también hay países que han desarrollado sectores totalmente ajenos a las ventajas naturales. No hay razón natural por la cual Japón construya autos.

–¿Qué opinión le merece el mecanismo de transferencia de renta del sector agrícola al Estado a través de las retenciones?

–Depende de cuán eficientemente se usen los fondos. Debe haber un buen plan a largo plazo, decidir si se estimulará la industria automotriz, la electrónica u otra. Qué porción del dinero irá a investigación, cuánto a infraestructura. Cuando esto se haga, será más fácil convencer a los exportadores del agro, ya que en el largo plazo, ellos también se beneficiarán del desarrollo general.

Informe: Javier Lewkowicz.

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Imagen: Rafael Yohai
 
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