Desde Sydney

El ministro de Planificación, Julio De Vido, volvió ayer a cuestionar con dureza a Repsol. “El negocio petrolero implica un riesgo, y cuando una empresa no explora está deshonrando la actividad”, aseguró durante una cena con periodistas en esta ciudad, donde arribó para participar hoy de la inauguración de un reactor nuclear fabricado por Invap, junto al ministro de Educación, Daniel Filmus. Las críticas a Repsol son cada vez más habituales, porque el Gobierno considera que la multinacional no cumple con las obligaciones que supone la concesión, pese a ganar cifras millonarias. No es la única petrolera en la mira, pero es la que controla más del 40 por ciento de la producción nacional de crudo. De Vido advirtió que la Secretaría de Energía está revisando 18 contratos “porque hay yacimientos subexplotados”, pero se negó a adelantar cuándo habrá una definición sobre ellos. También se refirió a la rebaja que reclama la industria a los cargos específicos para financiar los gasoductos.

A comienzos de año, Repsol dio a conocer su intención de vender 37 yacimientos considerados “no estratégicos”, equivalentes al 4 por ciento de su producción, y recibió una dura advertencia de De Vido, quien amenazó con quitarle esas concesiones por no haberlas explotado debidamente. “No vamos a permitir que obtengan beneficios de esas áreas como si fueran un activo inmobiliario”, sostuvo entonces. Hace pocos días, el subsecretario de Combustibles, Cristian Folgar, volvió a cargar contra la petrolera al cruzarse con el director de Producción y Exploración, Tomás García Blanco, quien había opinado sobre la situación energética en un seminario, a quien le pidió que haga lo posible para que la empresa explore y produzca.

Ayer, la sola mención periodística sobre la escasez de inversión en el sector petrolero alcanzó para que el ministro más cercano a Kirchner comenzara nuevamente a criticar a la petrolera hispana: “Lo que pasa es que quieren cobrar 60 dólares el barril de petróleo en el mercado interno, pero se olvidan de que el petróleo no es de ellos, sino de los argentinos”, señaló De Vido. Algunos analistas sostienen que las mayores críticas a la compañía también están influidas por la supuesta intención del Gobierno, desmentida oficialmente, de comprar una porción de las acciones de Repsol-YPF cercana al 20 por ciento.

En cuanto a los niveles de inversión, los mayores cuestionamientos surgen sobre todo si se los pone en relación con el precio del crudo y las propias ganancias declaradas por la compañía. Entre 1990 y 1999 se perforaron 94 pozos exploratorios por año en promedio, mientras que el año pasado sólo 47. La contracara fue el precio del barril, que pasó de promediar 20 dólares en los ’90 a más de 60 dólares en la actualidad, posibilitándole a la empresa obtener el año pasado un beneficio neto de 3124 millones de dólares, de los cuales 1100 los consiguió en Argentina.

El secretario del área, Daniel Cameron, quien viajó junto a De Vido, sostuvo ayer que si se contabiliza la inversión realizada por Repsol desde la devaluación y se le suman los 5800 millones de dólares que la compañía prometió invertir hasta 2010, recién se estaría equiparando la inversión previa a la devaluación. La inversión de Repsol también resulta baja si se la compara con la fuerte dinámica que están teniendo pequeñas petroleras como, por ejemplo, Apache y Occidental.

De Vido se refirió además a los “cargos tarifarios” que pagan los grandes usuarios de gas para financiar obras de ampliación de las redes de transporte y aclaró que no habrá rebajas nominales, como piden los empresarios, aunque destacó que se está analizando la posibilidad de aplicar una disminución real si el Bandes hace un mayor aporte de capital al fideicomiso y flexibiliza la financiación.