El golpe de escena que dio el gobierno nacional al definir la reestatización del sistema previsional fue tan sorpresivo que, a muchos, todavía les cuesta salir de la perplejidad y pasar en limpio lo ocurrido. Ayer, un tradicional luchador contra las AFJP, designado por este gobierno como superintendente del organismo de contralor de estas administradoras, Safjp, Carlos Weitz, renunció en desacuerdo con la forma en que se borró del mapa a las privadas. Desde una vereda igualmente opuesta al cavallista –también pinochetista– régimen privado, otros se preocupan por la eventual ola de juicios de los anteriores titulares de cuentas de capitalización, o porque el Estado no salga a ponerle un “piso” a la caída de las acciones en la Bolsa.

En un momento histórico, en el que el presidente de Estados Unidos más derechista que se recuerde plantea soluciones de fuerte intervencionismo estatal, o un ultraliberal mandatario francés clama por “protección” a las empresas de su país para evitar que “caigan en manos extranjeras”, no se puede condenar a los que localmente estén viendo lo trascendente en los efectos colaterales de un cambio estructural, de fondo. La inminente demolición del sistema de las AFJP trae aparejada una onda expansiva que llega a la Bolsa. No era para menos, ya que las administradoras tenían asentada una porción significativa de sus colocaciones en un mercado bursátil de escasas dimensiones. Tampoco es inevitable que junto a las AFJP deba desaparecer la Bolsa de Comercio, pero indudablemente su operatoria perderá brillo y altura de aquí en más. Este es el hecho de fondo, más allá de que una decisión judicial acelerara el impacto, al suspender toda intervención de las AFJP en el mercado.

La demanda de alguna actitud del Gobierno que contrarreste el descenso en picada de los valores bursátiles no parece tener otro sentido que cuidar la caja de los que especulan con acciones. Especuladores que, con medios de difusión locales y extranjeros a favor, hoy se juegan por la liquidación de activos argentinos alimentando el clima de descontrol. Aquellos medios reflejaban ayer la crisis en el sistema bursátil argentino atribuyéndola a la “incapacidad” del kirchnerismo para entenderse con los “resortes básicos” de las políticas de mercado. De la mano de esas descalificaciones, grandes capitales del exterior retiraron en masa sus participaciones en la Argentina. Los operadores locales siguieron la misma lectura y se retiraron del mercado.

El derrumbe de la Bolsa y la trepada del riesgo país no necesariamente es “preocupante” para la salud de la economía. Pero, tratando de entender a quienes siempre enfrentaron a las AFJP y hoy le piden “moderación” al Gobierno, habrá que admitir que los datos asustan.