El secretario de Industria, Fernando Fraguío, está a horas de abandonar el gobierno, según indicaron a este diario allegados al funcionario. “No voy a desmentir ni a confirmar. Estando la Presidenta fuera del país sería una falta de respeto hacer cualquier comentario sobre el tema”, señaló el propio Fraguío a Página/12. Una de las versiones de su supuesta renuncia indica que tuvo un encontronazo con la ministra de Producción, Débora Giorgi. Otras fuentes apuntan a que Cristina Fernández de Kirchner estaría disconforme con su gestión, y que nunca terminó de digerir que Iveco, empresa de la que Fraguío era presidente antes de desembarcar en la función pública, haya sido la primera en anunciar despidos cuando empezó a arreciar la crisis internacional.

El funcionario acumula una larga trayectoria en la industria automotriz. Uno de sus respaldos es el presidente de Fiat, Cristiano Ra-ttazzi, quien hasta antes del conflicto del Gobierno con las corporaciones agropecuarias había logrado una fluida relación con la Presidenta y que después de ese hecho volvió a expresar un discurso crítico. Rattazzi había sido anteriormente un empresario que se referenciaba en el menemismo. Ahora, el titular de Fiat acaba de asumir como vicepresidente de la Unión Industrial Argentina, dentro de una conducción que está marcando distancias del Ejecutivo.

Fraguío es un funcionario de bajo perfil, con una gestión sin estridencias. El hombre del Grupo Fiat fue designado por Cristina al inicio de su mandato, en un fiel reflejo de la relación estrecha del kirchnerismo con las terminales automotrices. Pero ante el agravamiento de la crisis y luego de una gira de la Presidenta, el Gobierno decidió la creación del Ministerio de la Producción, adonde designó a Giorgi, quien hasta ese momento cumplía idéntica función en la provincia de Buenos Aires. La nueva funcionaria desplazó del cargo a subsecretarios que había nombrado Fraguío y colocó a los suyos, sobre todo, para el control de las estratégicas licencias no automáticas de importación.