La Canasta Básica Alimentaria (CBA), que define la línea de indigencia, creció 1,1 por ciento en agosto, acumulando en los últimos doce meses una suba de 20,3 por ciento, según el Indec. Por su parte, la Canasta Básica Total (CBT), que incluye además de alimentos una serie de bienes como indumentaria y servicios como el transporte y se utiliza para la medición de la pobreza, avanzó un uno por ciento en el mes y de forma interanual lleva un crecimiento de 15,7. Ambas canastas vienen subiendo más que el índice general de precios, lo que demuestra que la inflación, además de afectar mayormente a los trabajadores, lo hace con más intensidad sobre la población de menores ingresos, que destina a consumos básicos gran parte de sus ingresos.

Este comportamiento de la CBA y la CBT se explica porque las principales subas de precios se producen en los llamados “bienes-salario”, que componen el menú de consumo de los trabajadores, como los alimentos, la indumentaria o la vivienda. En términos absolutos, una familia compuesta por dos adultos y dos niños requirió en agosto, según el organismo oficial de estadísticas, de 545 pesos para no caer en la indigencia y de 1186 para no ser considerado pobre.

La canasta alimentaria se construye tomando los requerimientos kilocalóricos y proteicos indispensables para un hombre adulto, y luego esa cantidad se pondera para calcular las necesidades de los demás miembros del grupo familiar. En los primeros ocho meses del año, la CBA subió 13,2 por ciento, mientras que la CBT lo hizo en 10,1 por ciento.