Desde Teherán

La capital de Afganistán tembló ayer luego de sufrir el atentado más grave desde el derrocamiento de los talibán en 2001. Al menos 41 personas resultaron muertas y otras 139 heridas en un ataque suicida contra la Embajada de India en Kabul. Las autoridades afganas responsabilizaron a los servicios secretos paquistaníes. “Este abominable acto de terrorismo es obra de los enemigos de la amistad de Afganistán con India”, denunció el presidente afgano, Hamid Karzai.

La lista de víctimas mortales fue engrosada por cuatro ciudadanos indios, incluido el agregado de Defensa y otro diplomático, y seis policías afganos (cinco de ellos en la vecina Embajada de Indonesia), pero la mayoría son civiles que hacían cola para solicitar visado.

Cerca de las ocho y media de la mañana el suicida chocó un coche con explosivos contra el portón de entrada de la embajada india, que en ese momento se abría para dejar paso a los vehículos de dos diplomáticos que murieron. La explosión hizo saltar por los aires las puertas de entrada y dañó varios edificios. El cuerpo de uno de los diplomáticos apareció varias horas más tarde sobre el tejado de una de las casas vecinas.

El Ministerio de Interior apuntó los dardos contra la inteligencia paquistaní, pero sin mencionarla. “(El atentado) fue en coordinación y consulta con un servicio de espionaje activo en la región”, dijo.

Aunque los talibán amenazaron con aumentar su campaña contra el gobierno de Karzai, muchos analistas apoyan la tesis afgana. “Afganistán es también escenario de la lucha entre India y Pakistán y de las luchas internas de Pakistán” escribió Barnett Rubin, que sigue el tema de cerca. “Estos ataques parecen orientados a sabotear cualquier mejora de las relaciones de Pakistán con sus dos vecinos, India y Afganistán, para asegurarse de que Pakistán no tenga más alternativa que continuar apoyando a las organizaciones radicales islamistas”, añadió.

* De El País, de Madrid. Especial para PáginaI12.