Nicolas Sarkozy tiene un motivo de alegría y otro de una tal vez hilarante preocupación. Ambos motivos son, no obstante, inéditos en el caso de un presidente de la república. La alegría de este viernes es un disco de la ex modelo, cantante y esposa del presidente francés, Carla Bruni. Después de una campaña de promoción de una cautelosa eficacia, el tercer disco de Carla Bruni, Comme si de rien n’était, llega hoy a las disquerías con la etiqueta que le pusieron los medios: el disco “más esperado que se haya grabado en Francia en estas últimas décadas”. La preocupación también tiene su origen en una mujer, pero no se trata de un disco o de un libro, sino de una sospecha manifestada por la ex candidata socialista a las elecciones presidenciales de 2007, Ségolène Royal. La ex figura presidencial del PS y hoy férrea candidata a la dirección del partido vinculó al presidente Sarkozy con el robo de su departamento situado en la localidad de Boulogne, la periferia de París. Según ella, como es la única que denuncia las prácticas del poder, eso le vale extrañas intimidaciones.

Ségolène declaró por televisión que veía “una relación” entre sus ataques contra el mandatario y la visita de su domicilio por unos desconocidos. “Yo veo que la semana pasada, al día siguiente de que dije que había que poner término al control de Francia por el clan Sarkozy, mi domicilio fue saqueado”, afirmó Royal. Y luego agregó: “Es una curiosa coincidencia. Y es la segunda vez, la primera ocurrió durante la campaña presidencial”. Sus declaraciones levantaron una nube de sonrisas irónicas y reacciones encendidas por parte de la mayoría gobernante. En un comunicado, la UMP, el partido presidencial, calificó de “vergonzosas” las declaraciones de Ségolène Royal: “Algunos límites, los de la difamación y la calumnia, nadie los debería cruzar, y menos la ex candidata a la presidencia”, dice el texto. Ségolène Royal está copiando al difunto presidente socialista François Mitterrand. En los años ’80, Mitterrand atacaba a quien luego sería presidente, Jacques Chirac, con los mismos argumentos según los cuales el Estado estaba en manos de un solo hombre y de un partido. Royal atacó el controvertido proyecto de Sarkozy que apunta a suprimir la publicidad en los canales públicos France 2 y France 3 y acusó al presidente de buscar con ello favorecer a los dirigentes de grandes grupos privados. La dirigente socialista dijo que “ninguna intimidación” la disuadirá de hablar “para impedir ese golpe bajo contra Francia”.

Y lo que se dice hablar, siguió hablando. Este jueves, Ségolène Royal denunció que sin dudas la estaban “siguiendo” y “escuchando”. La señora Royal ve en estos ladrones misteriosos no ya “un asunto personal, sino un caso político”. Un análisis que no comparte la derecha que le aconsejó que le hacía falta “ayuda psicológica” mientras que el presidente UMP de la Asamblea, Bernard Accoyer, declaró que Ségolène Royal había llegado a un “nivel de estupidez preocupante” y el primer ministro, François Fillon, le reprochó haber “perdido el control” de sí misma. De inmediato, la señora Royal denunció “la violencia y la vulgaridad” contenidas en las declaraciones de los responsables de la mayoría parlamentaria.

En esa encrucijada está hoy el debate político en Francia tal y como lo promueve la oposición socialista: ¿se trata de ladrones teledirigidos políticamente o de ladrones espontáneos? La investigación lo dirá. Por lo pronto, la policía encontró huellas digitales “explotables” que remontan al saqueo del departamento del pasado 27 de junio. Estas, según fuentes policiales, son distintas a las que se descubrieron en 2006 y que pertenecían a una mujer de 23 años oriunda de la ex Yugoslavia conocida por haber cometido varios robos anteriores. Como se dice en términos técnicos, “el trabajo policial” sigue su curso y mientras éste avanza o se queda estancado es posible volver al disco de Carla Bruni, que empieza a circular este viernes.