EL MUNDO › CAROL THATCHER DICE QUE SU MADRE SUFRE DE DEMENCIA SENIL

El ocaso de la Dama de Hierro

Margaret Thatcher no puede mantener una charla superficial, confunde la guerra de las Malvinas con el conflicto de Bosnia y no recuerda la muerte de su marido. Ese es el estado actual de la otrora implacable gobernante británica.

 Por Marcelo Justo

Desde Londres

La demencia senil no perdona. La Dama de Hierro confunde la guerra de las Malvinas con el conflicto de Bosnia en la ex Yugoslavia, no recuerda dónde vive y se olvida una y otra vez de que su marido, Denis, falleció en 2003. Según revela su hija, Carol Thatcher, en sus memorias, serializadas por el dominical Mail on Sunday, la ex primera ministra británica es una sombra de la mujer que dominó buena parte de la política de posguerra.

En el libro que publicará el mes próximo, Carol Thatcher describe a una mujer golpeada por el devastador impacto de la demencia senil. La hija de Margaret Thatcher se dio cuenta por primera vez hace unos diez años, durante una conversación sobre la ex Yugoslavia, cuando vio que confundía la guerra de Malvinas, que había definido su destino político, con la de Bosnia, que había seguido como mera observadora. “Casi me caigo de la silla. No podía creer lo que estaba presenciando: le faltaban las palabras y le empezaba a fallar la memoria. Tenía 75 años, pero yo siempre había pensado que era eterna e invulnerable”, comenta Carol Thatcher.

Dueña de una memoria legendaria y de una autoridad que muy pocos se atrevían a cuestionar, Margaret Thatcher empezó a parecer una patética sombra de sus días de gloria. “La mujer que había dominado discusiones durante tanto tiempo no podía mantener una conversación superficial. En los momentos peores, no podía recordar el comienzo de lo que estaba diciendo –escribe Carol Thatcher—. Muchas veces iba a visitarla y le preguntaba cómo le había ido en su almuerzo con fulano de tal y ella me miraba como si apenas me reconociera y me preguntaba: ‘¿Almorcé con alguien, querida?’.”

Al olvido de la vida diaria se le empezaron a sumar lagunas existenciales que han ido eliminando su propia historia personal y, en definitiva, su identidad. “Para mamá, la muerte de papá fue terrible. Por su demencia se olvida continuamente de que falleció, de manera que he tenido que contarle una y otra vez lo que ha pasado. Cada vez que se lo digo, ella me mira con tristeza y tiene que absorber una vez más que la persona con la que estuvo casada durante más de 50 años ha fallecido. Eso es lo peor de la demencia: te golpea de nuevo con todo lo que te ha pasado en tu vida.”

Su vida pública se ha ido apagando al ritmo de su deterioro mental y el paso del tiempo. Hace ocho años salió a defender vigorosamente la vigencia de las ideas conservadoras luego de la segunda derrota electoral “tory” a manos de los laboristas. El año pasado, el primer ministro Gordon Brown la invitó a 10 Downing Street para una visita de alto perfil mediático, interpretada como un intento del laborista de congraciarse con los simpatizantes conservadores que aún hoy la adoran casi tanto como a Winston Churchill. Hoy su único deseo parece ser volver al principio: a su lugar de nacimiento. “Mi madre no lo había mencionado durante años, hasta que de golpe, su lugar de nacimiento, Grantham, empezó a aparecer mucho en la conversación y me di cuenta de que ella pensaba que estaba viviendo allí”, escribe Carol Thatcher.

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Según su hija, Margaret Thatcher piensa que está viviendo en Grantham, lugar de la infancia.
 
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