Domingo, 25 de enero de 2009 | Hoy
EL MUNDO › MIENTRAS SE PROFUNDIZA LA REACTIVACION, ENFRENTA LA OPOSICION DE LOS LEGISLADORES REPUBLICANOS
El programa contempla un amplio plan de infraestructura pública, energía y tecnología de largo plazo y de políticas sociales de efecto inmediato, además de inversiones conjuntas con el sector privado. Equivale a tres PBI de Argentina.
Por Ernesto Semán
Barack Obama va directo a cumplir una de sus promesas electorales más temidas: la certeza de que antes de mejorar, la economía norteamericana va a empeorar. Cuánto peor, por cuánto tiempo y cómo se repartirán los costos es lo que se discutía ayer luego de que el nuevo presidente anunciara detalles del plan de estímulo de 825 mil millones de dólares que marcará la suerte de su gestión y de los Estados Unidos.
El Plan Norteamericano de Recuperación y Reinversión es, por lejos, el proyecto de intervención pública en la economía más grande desde el New Deal. Equivale, groseramente, a más de tres PBI de la Argentina o, a nivel regional, al PBI que se proyecta para toda América latina para el 2009, excluyendo a Brasil. El programa contempla un amplio plan de infraestructura pública, energía y tecnología de largo plazo y de políticas sociales de efecto inmediato, además de inversiones conjuntas con el sector privado. En infraestructura propone refaccionar en tres años el 75 por ciento de los edificios públicos y más de 2 millones de hogares para hacer su consumo de energía más eficiente, la extensión de 4500 kilómetros de líneas de alto voltaje y la construcción o reparación de 60 mil escuelas, así como 600 millones de dólares para que el Estado renueve su parque automotor y 650 millones para subvencionar la compra de codificadores para la nueva televisión digital.
Socialmente, el plan que anunció Obama ayer (y que por primera vez se transmitió en video desde el sitio de Internet de la Casa Blanca), incluye la extensión del seguro del desempleo, duplicación del programa de fondos para comida, que este año serán requeridos por unas 30 millones de personas (el 10 por ciento de toda la población), y la extensión del seguro médico público para ocho millones de personas que se calcula perderán la cobertura privada entre 2008 y 2009.
El financiamiento del plan será la segunda parte de esta historia. Aunque no formen parte del mismo debate, la discusión comercial y cambiaria con China y el paquete de rescate financiero son dos de los factores que más impacto tendrán en la suerte del proyecto.
Cerca de un tercio de esos fondos son, en verdad, reducciones impositivas que el gobierno espera enviar a los norteamericanos a la espera de reactivar el consumo. Los anuncios llegaron después de que Obama chocara con la cúpula republicana del Congreso durante un extenso encuentro el viernes por la noche. Resistiendo una ola de apoyo al nuevo mandatario con pocos precedentes, los diputados republicanos se mantuvieron fieles a sus ideas y cuestionaron el paquete. En particular, rechazaron la decisión de que el incentivo en efectivo se concentre en la base de la escala salarial e incluya a aquellos con salarios tan bajos que no aportan el impuesto a los ingresos, ya que, técnicamente, recibirían una “devolución” de impuestos que no aportaron.
“En eso tenemos diferencias filosóficas”, le dijo finalmente Eric Cantor, republicano por Virginia.
“Es cierto, tiene razón. Pero yo gané, y vamos a imponernos en este punto”, le respondió Obama, según la reconstrucción del propio Cantor. El gobierno dijo que considera innegociable tanto este punto como un cronograma que permita gastar tres cuartos del paquete de estímulo en los próximos 18 meses.
Y es que Obama, corriendo contra reloj, enfrenta la obviedad de que la economía no mejoró por sí sola tras estos días de celebración, y la no menos obvia realidad de que el Congreso puede ser el obstáculo institucional más serio para salir de la recesión. No por nada Roosevelt blandió la amenaza de recurrir a poderes extraordinarios durante todo su primer año de gobierno. Obama tiene hasta el 13 de febrero para lograr la aprobación del Congreso antes de que entre en receso. Si bien hay economistas heterodoxos que sostienen que, aunque sea mucho dinero, el paquete podría no ser efectivo por la timidez de algunos de sus puntos, los republicanos, al contrario, condenan la osadía de la mayoría de ellos. Argumentan que el monto del paquete es excesivo, que aumentará el endeudamiento público y que se parece, más bien, a un regado de dinero indiscriminado con la esperanza de que produzca algún efecto milagroso. Por sobre todo, se oponen a la expansión de los programas sociales que reviviría partes del “Welfare State” desmontado desde los ’80 y a la idea de que el estímulo económico alcance a los que no aportan a la economía. Lo cual, a tono con los debates de los últimos días, resucitó la frase del demócrata Barney Frank, uno de los diputados más ácidos de los Estados Unidos: “Los republicanos creen que hay que defender la vida desde el momento de la concepción... pero sólo hasta el momento del nacimiento”.
La discusión se produce sobre el fondo de una economía que parece desmoronarse. En Brooklyn, en Nueva York, el espacio comercial vacío alcanzó esta semana su nivel más alto desde 1980, y la hilera de locales cerrados, en venta o en alquiler es visible en todos lados.
En apenas una cuadra de la avenida Court, entre Baltic y Kane, la inmobiliaria Vespa ofrece cuatro locales (una tintorería, una casa de ropas, un café y un restaurante) que cerraron sus puertas en los últimos cuatro meses. Como muchas iniciativas de los últimos 20 años, el programa de devolución de impuestos apunta a reactivar de forma directa, poniendo efectivo en los bolsillos de los potenciales consumidores.
Pero el efecto de estas medidas nunca fue el esperado y Obama ha introducido cambios que, entre técnicos y políticos, apuntan a ganar efectividad: los fondos irán a los sectores con menos ingreso que más rápido podrían consumirlo; llegará como reducción de las retenciones y no como es habitual en forma de cheque, para evitar la tentación de ahorrarlo; y la suma (cerca de 500 dólares) se distribuirá a lo largo del año y no de una sola vez, tratando de evitar que un monto significativo sea trasladado a saldar deudas, disminuyendo su efecto reactivador.
Si se aprueba, el plan deberá convivir con un desempleo que puede crecer durante todo el 2009. Entre quienes reciben el seguro, por ejemplo, está Isabel, que hasta hace un mes trabajaba en un estudio de abogados de Liberty Plaza, en Manhattan. Después de perder su puesto por el que cobraba 40 mil dólares al año (deducidos los impuestos implica un salario de bolsillo de unos 2500 dólares al mes), Isabel presentó su pedido al Departamento de Trabajo de Nueva York y desde entonces recibe un cheque semanal de 400 dólares.
El cheque de Mariana Lima, que perdió su puesto como moza en el Café Luxembourg del Upper West Side, es de 600 dólares. El seguro dura un año, pero con las finanzas estatales colapsadas y el número de desempleados en ascenso, más de 10 estados, incluyendo Nueva York y California, ya anunciaron que no tendrán fondos para pagarlo, lo cual borraría holgadamente el efecto reactivador de la devolución de impuestos.
El plan presentado por Obama prevé la extensión del seguro y la inversión para ampliar el personal y la tecnología con la que se procesan los pedidos en cada estado, en la previsión de que su profecía electoral sea cierta y las colas de desempleados, antes de reducirse, sigan creciendo durante los primeros años de su gestión.
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