Benjamin Netanyahu aumentó ayer sus chances de convertirse en el próximo primer ministro israelí luego de que el ultraderechista Avigdor Lieberman propusiera su nombre en consultas con el presidente Shimon Peres. Si bien el líder de Israel Beiteinu aclaró que prefiere un gobierno que incluya al centrista Kadima, se mostró dispuesto a integrar una coalición compuesta solamente por los partidos de derecha. “Desde nuestro punto de vista existen tres posibilidades: un gobierno amplio, que es lo que deseamos; un gobierno reducido, que sería un Ejecutivo paralizado, aunque no descartamos sentarnos en él, y la convocatoria a nuevas elecciones”, explicó Lieberman al jefe de Estado.

Con la recomendación del líder de la ultraderecha, el camino de la canciller Tzipi Livni por convertirse en primera ministra se volvió más difícil. En las elecciones legislativas del 10 de febrero, el partido Kadima obtuvo 28 escaños, uno más que el Likud. Pero Netanyahu, fortalecido por las mejores elecciones que hizo la derecha desde la creación del Estado de Israel, es el único en estos momentos que puede formar una coalición, al contar con un apoyo de 65 diputados de los 120 que integran el Parlamento israelí.

Si bien el respaldo de Lieberman a Netanyahu podía suponerse dada su proximidad ideológica, lo que afectó aún más las posibilidades de Livni fue la negativa de sus aliados naturales a recomendarla para el puesto. Y es que tanto el Partido Laborista como los pacifistas de Meretz se negaron a brindar su apoyo, denunciando los coqueteos de Livni con los racistas y ultranacionalistas del partido de Lieberman.

Tras conocer la noticia, Tzipi Livni marcó posición. Lejos de mostrarse debilitada, dijo estar dispuesta a ser consecuente con los valores que, según ella, representa su partido, lo que la dejaría afuera del gobierno. “No fuimos elegidos para legitimar un gobierno de extrema derecha. Kadima representa varias cosas, entre ellas el avance en el proceso de paz con los palestinos, por lo que no seremos la cara amable de un gobierno de parálisis. Debemos ser una alternativa de esperanza e irnos a la oposición”, afirmó la jefa de la diplomacia israelí.

Desde su partido ya salieron a respaldarla. Roni Barón, ministro de Finanzas, fue terminante. “El próximo ejecutivo tendrá tal carácter extremista que será el más corto de la historia de Israel. No tendrá suficiente estabilidad porque quedará como rehén de la extrema derecha”, sentenció.

La determinación de Livni de que su partido pase a la oposición allanaría definitivamente el camino para que el líder del Likud forme gobierno.

Sin embargo, ésta es una decisión que está en manos del presidente, Shimon Peres. El jefe de Estado ya inició el miércoles pasado una ronda de consultas con los líderes de los partidos más votados a fin de sondear el terreno. A él le corresponderá convocar a formar gobierno a aquel candidato que tenga las mejores perspectivas de liderar una coalición estable. Una vez que el jefe de Estado tome una decisión, el candidato elegido dispondrá de entre cuatro y seis semanas para presentar una propuesta de gobierno.

Peres tiene previsto completar sus reuniones de contacto hoy mismo. No obstante, el mandatario israelí ya adelantó sus preferencias por un gobierno de unidad nacional de centro. “Dados los desafíos que le esperan a Israel, haré un esfuerzo suplementario por lograr un gobierno de unión nacional entre el Likud y Kadima”, anunció el presidente a través de un comunicado emitido por la oficina de la presidencia.

Para ello, el veterano político israelí citó para hoy por la mañana a los principales líderes políticos. Netanyahu tiene cita para las 10 am hora local. Livni, una hora y media más tarde. Quizá se crucen en ún pasillo y surja la alquimia necesaria.