Martes, 31 de marzo de 2009 | Hoy
EL MUNDO › EN PAKISTáN, EL ATAQUE DE UN COMANDO ARMADO DEJó AL MENOS 27 POLICíAS MUERTOS Y UNOS 90 HERIDOS
A comienzos del mes fue un ataque al equipo de cricket de Sri Lanka, en el centro de Lahore. Ayer la toma de la escuela policial sucedió en las afueras de “la ciudad de Las luces”. Sus habitantes tienen una capacidad de recuperación llamativa.
Por Omar Waraich *
El ejército paquistaní puso fin al sangriento asalto a la academia de policía local al matar ayer a cuatro milicianos y arrestar a otros tres, luego de ocho horas de enfrentamientos en los que murieron 27 policías y otros 90 resultaron heridos. La cifra de muertos, sin embargo, es mucho mayor, ya que un policía señaló que hay decenas de cadáveres adentro del edificio, donde un par de agresores se detonaron los explosivos que llevaban encima junto a 150 rehenes.
Sundad Hurain se estremeció cuando despertó y vio a hombres armados arrasando nuevamente su ciudad. A comienzos del mes, hubo un ataque al equipo de cricket de Sri Lanka en el centro de Lahore; ayer fue un ataque a un centro de entrenamiento de policías en las afueras de la ciudad. “Era absolutamente horrible”, dijo Hurain, una estudiante de derecho. Tenía los ojos llenos de lágrimas. “Cuando sucede algo tan cerca del hogar, golpea más fuerte. Es difícil sentirse seguro ahora”, dijo la joven.
La seguridad es algo que los residentes de Lahore solían dar por descontado. Lahore es el centro cultural de Pakistán y la segunda ciudad más grande, famosa por sus restaurantes, la arquitectura de la era colonial, el pasado de Mughal y sus costumbres relativamente flexibles. Hasta hace poco, los ataques terroristas eran considerados un problema para otra gente, la que vive cerca de una frontera diferente.
Pero ahora, mientras las amenazas de los militantes avanzan por el país y dentro de la provincia de Punjab, hay temores de que “la ciudad de las luces” se haya convertido en el blanco principal. “Es una sensación de desconcierto”, dijo el artista Salima Hashmi. “Como un ciudadano de Lahore, a veces se asocian los hechos como que son de otro lado. Ahora se están convirtiendo en nuestro problema.”
Con los ataques gemelos de marzo, avanza una lenta conciencia acerca de que los propios grupos militantes de Pakistán se han vuelto hacia adentro. El abogado Abdullah Malik quiere que Occidente ayude a Pakistán a luchar contra los terroristas pero, como mucha gente, siente que no se reconoce lo suficiente el precio que pagó el país. “Somos la gente la que más sufre”, dice.
El primer ataque suicida en Lahore tardó relativamente en llegar: en enero de 2008, cuando dos docenas de policías murieron afuera de la Corte Suprema. Sin embargo, en los 14 meses que van desde entonces, hubo grandes ataques terroristas suicidas contra los cuarteles de la Agencia Federal de Investigación y el Colegio Naval. Grupos más pequeños han atacado negocios de jugos y un teatro, tratando de asustar a las parejas jóvenes y a los liberales de la ciudad para que no salgan.
Muchos conceden compungidos que Lahore ya no es la ciudad más segura de Pakistán. “Hoy ningún lugar es seguro”, dice Yusuf Salahuddin, una importante figura social y el nieto del poeta nacional de Pakistán, Muhammad Iqbal. “Nueva York no es segura. Londres no es segura. Bombay no es segura. ¿Cómo puede Lahore ser segura?”
Pero después de cada ataque terrorista, los habitantes tienen una capacidad de recuperación llamativa. Cuando el hotel Marriott fue bombardeado en Islamabad, la somnolienta capital pareció hundirse en un coma. Por el contrario, las ruidosas calles llenas de humo de Lahore se niegan a estar en silencio, aun ayer cuando el terror golpeó su puerta de entrada. “No importa lo que suceda –dice Sundad Hurain–, la ciudad nunca muere.”
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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