Domingo, 16 de agosto de 2009 | Hoy
EL MUNDO › EL MOVIMIENTO PRO INTERNET LIBRE GANA FUERZA EN EUROPA
El intercambio libre de contenidos en Internet propulsó el nacimiento de una nueva corriente política cuya expresión más exitosa es el Partido Pirata de Suecia, el Piratpartiet, con 7,1% de los votos en las elecciones europeas de junio.
Por Eduardo Febbro
Desde París
La piratería tiene bandera oficial, una ruta de navegación universal, una plataforma electoral sólida y, desde hace dos meses, un escaño en el Parlamento Europeo de Estrasburgo. El intercambio libre de contenidos en Internet, el creciente control policial de la red y la rabiosa defensa de la industria del disco y del cine que protagonizan los estados propulsaron el nacimiento de una nueva corriente política cuya expresión más acabada y exitosa se dio en Suecia con el Partido Pirata de Suecia, el Piratpartiet. Con 7,1% de los votos en las elecciones europeas del pasado mes de junio, un eurodiputado electo y una influencia que cada semana gana adeptos en todo el mundo, el Piratpartiet se ha convertido en el gran actor de la nueva sociedad de la información.
Desde la Argentina, pasando por Ucrania, Estados Unidos, Nueva Zelanda, y en las últimas semanas, Francia y Gran Bretaña, los partidos que defienden una red Internet sin la supervisión de las industrias culturales globalizadas y sin la intromisión de los servicios policiales de los estados han creado un enjambre universal. Todos se alinean detrás de los mismos preceptos: el libre intercambio de contenidos en Internet, una red sin policías ni servicios secretos ni dispositivos de control, la reforma de las leyes de propiedad intelectual e industrial, el famoso copyright, así como el polémico tema de las patentes, la promoción de los sistemas operativos libres (GNU o Linux) y del copyleft, que es una alternativa menos penalizante a los límites impuestos por los derechos de autor cuando se trata de introducir modificaciones o distribuir obras determinadas. El credo de la libertad numérica, de la protección de la vida privada y del libre intercambio de las producciones culturales llevó al partido sueco del 1% de los votos al 7,1% en junio pasado. Christian Engstrom, el principal candidato del partido, situó la base de su avance en las generaciones jóvenes: “Tenemos mucha fuerza entre los menores de 30 años. Son ellos quienes entienden mejor el nuevo mundo. Y ellos ahora han indicado que no les gusta cómo los grandes partidos se ocupan de los asuntos de hoy”.
El Piratpartiet pasó de ser un grupúsculo de activistas interesados en un solo tema a un movimiento universal gracias a las peripecias judiciales de los dirigentes del mayor portal web de intercambios de archivos del mundo, The Pirate Bay (BitTorrent, protocolo P2P). The Pirate Bay fue asediado por la policía sueca durante años hasta que, en abril pasado, sus cuatro dirigentes, Peter Sunde Kolmisoppi, Fredrik Neij, Gottfrid Svartholm y Carl Lundström, fueron condenados a un año de cárcel y a una multa millonaria de más de tres millones de dólares. Este caso que opuso a los piratas de la red contra esos imperios del abuso y la rentabilidad que son las industrias del disco, de los juegos videos y del cine resultó el detonador de la expansión de la conciencia de que, más allá de la industria discográfica y cinematográfica, algo esencial se estaba jugando. El caso The Pirate Bay es tanto más ejemplar cuanto que la aplicación de la sentencia quedó sujeta a una apelación significativa: el juez que condenó a los cuatro responsables pertenecía a varias asociaciones y organizaciones a favor del derecho de autor.
Ese juicio inescrupuloso –el magistrado era juez y parte– inspiró a Rémy Cérésiani para fundar en Francia un partido pirata –actualmente hay tres–. Sus promotores explican que los valores del Partido Pirata Francés “corresponden a los de la generación numérica, la cual ubica la libertad, la protección de la vida privada, el hecho de compartir la cultura y la ciencia, la apertura del espacio público, la solidaridad y la democracia en el centro de su acción”. La aparición en Francia de otro partido pirata responde también a la lógica de condena de los usuarios desarrollada por el presidente francés, Nicolas Sarkozy. El Ejecutivo conservador hizo aprobar una durísima legislación contra la descarga de ficheros, música, juegos o películas. El arma fatal se llama en Francia Ley Hadopi y tiene una particularidad muy de derecha: los condenados no son los sitios web que proporcionan los links sino los mismos usuarios. Estos pueden verse sancionados con la suspensión del acceso a Internet, con penas de cárcel y multas.
El norteamericano Richard Stallman puede mirar el futuro con optimismo. El surgimiento de los partidos piratas en el mundo le da la razón. Stallman es el promotor más fecundo de la circulación de los bienes sin derechos de autor. Fundador de la Free Software Foundation (FSF), a él se le debe el concepto de sistema de explotación GNU (hoy GNU/LINUX) y de licencia pública general, GPL. La GPL rige las condiciones de distribución que garantizan las libertades del usuario. Un programa distribuido con la norma GPL es libre, pero la norma impone que todo trabajo que derive de ese programa sea también libre. Stallman es el padre de los partidos piratas. Su obra y sus conceptos estarán en el centro de todos los conflictos de intereses que se presenten en el futuro.
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