Domingo, 16 de agosto de 2009 | Hoy
SOCIEDAD › OPINION
Por Elena Reynaga *
Lo que le hicieron a Lucía nos da mucha bronca y ojalá ella se decida a llevarlos a juicio. Es una total falta de ética, una vulneración de derechos de las personas más pobres. En la televisión existe cada vez más una tendencia a degradar a las mujeres y especialmente a las trabajadoras sexuales. No entiendo qué les causa tanta gracia. Ahora lo hicieron con ella, pero meses atrás fue con una compañera trans, Zulma Lobato. A veces parece que las mujeres avanzamos, pero en la televisión el machismo gana terreno todos los días.
Esto que le hicieron a Lucías, de mostrar su cara ante la televisión, es lo que hacen en todos los procedimientos policiales con nosotras: vienen las cámaras de televisión y nos toman en primer plano. Muchas trabajadoras sexuales no contamos a nuestra familia de qué trabajamos, porque el estigma, los prejuicios y la doble moral en esta sociedad son tan grandes que nos resulta muy doloroso dar el paso de reconocer nuestro trabajo ante nuestros seres más queridos. Nos lleva un tiempo distinto a cada una poder hablarlo con la familia. Hacerle esto a una mujer mayor es violar su derecho a la intimidad.
Y no es casual que a quienes nos toman imágenes sin nuestra autorización es a las trabajadoras sexuales más pobres, a quienes estamos en las esquinas o en saunas precarios en Constitución: reírse y humillar a la clase trabajadora parece que les da placer a ciertos “comunicadores sociales”. Hace poco tiempo, Silvia Süller reconoció que ella ejerce el trabajo sexual y dijo “pero no como ésas de Constitución”. Las compañeras vinieron a la CTA porque querían responderle. Armamos una carta, donde le decíamos que nos da mucha tristeza que nos humille por pobres, porque efectivamente somos pobres y con nuestro trabajo mantenemos a nuestros hijos.
Estamos muy lejos de la sociedad que soñamos, una sociedad justa e igualitaria donde ninguna persona se vea en la necesidad de pararse en una esquina para sobrevivir, sino que pueda elegir de qué quiere trabajar. Pero estamos muy lejos no sólo por la situación económica, estamos muy lejos sobre todo porque cada vez más en lugar de ponerse en nuestros zapatos, vernos como mujeres de carne y hueso con una historia y con derechos, nos ven como depósito de sus propias miserias. Afortunadamente, nosotras estamos organizadas y luchamos por transformar esta realidad.
* Secretaria general de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR-Nacional).
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