Desde Nueva York

“La batalla que Edward Kennedy libró durante quince meses contra el cáncer de cerebro le brindó a sus seguidores una oportunidad que no tuvieron cuando sus dos hermanos mayores, John y Bob, fueron asesinados. La chance, al menos, de decirle gracias y adiós.” Esas fueron las palabras de Barack Obama, quien interrumpió sus vacaciones en la isla de Martha’s Vineyard para rendir tributo al hombre que calificó como “uno de los más grandes senadores de nuestro tiempo, y uno de los hombres que mejor sirvió a la democracia de nuestro país”. El mandatario encabezó de esta manera los elogios y despedidas al último de los hermanos Kennedy, cuya longevidad, peso político y popularidad en el Senado le permitieron dejar un legado de logros políticos en pos de causas progresistas.

Pero la muerte del “León del Senado” a sus 77 años, ocurrida a última hora del martes en su casa ubicada en Hyannis Port, Massachusetts, obliga a que otros tomen la posta de la que fue la batalla política más importante de su vida: lograr la universalización de la cobertura médica básica en Estados Unidos, cuyo proyecto, lejos de tener su aprobación asegurada, se encuentra en su momento más difícil.

“Las expresiones de amor, gratitud y buenos recuerdos que estamos presenciando demuestran más que cualquier otra cosa la fuerza con la que esta figura tan singular le cambió la vida a tantos norteamericanos”, señaló Obama. “A lo largo de cincuenta años, prácticamente todas las iniciativas de envergadura que lograron avances en el área de los derechos civiles, la salud y el bienestar económico y social de los estadounidenses llevaron su firma y fueron el resultado de sus esfuerzos... Un capítulo importante de nuestra historia se acaba de cerrar”, estimó el jefe de la Casa Blanca.

La oficina del Congreso de Kennedy, uno de los motores mejor aceitados en Capitol Hill, cuenta en su haber 2500 proyectos, 500 de los cuales se convirtieron en leyes. Todo ello Kennedy lo realizó a lo largo de sus cuarenta y siete años como senador, cargo que ocupó por primera vez apenas se lo permitió la ley: cuando cumplió treinta años.

Según Stephen Hess, profesor emérito de la Brookings Institution, los méritos de Kennedy serán difíciles de igualar. “Con el tiempo llegó a convertirse en un legislador muy efectivo, algo que pocos imaginaban cuando se lo eligió por primera vez por el único motivo de quiénes eran sus hermanos. Supo abrirse paso en una institución en donde la edad y la experiencia determinan en buena medida su funcionamiento y las jerarquías y así llegó a ocupar la presidencia de las comisiones más importantes. Además, una de las razones de su éxito fue que supo cruzar la orilla y lograr el apoyo de sectores republicanos cuando fue necesario”, explicó Hess.

Hace poco más de un año, Ted Kennedy vio en Obama una figura con el carisma necesario para lograr de una vez por todas que los norteamericanos se encolumnaran detrás del proyecto de reforma de salud. Por eso, el viejo senador sorprendió a todo el establishment político cuando cambió de idea y le quitó su apoyo inicial a la por entonces precandidata Hillary Clinton. Su discurso de barricada en pos de la reforma del sistema de salud en la Convención Nacional Demócrata demostró su intención de seguir luchando por esa causa, aun cuando su propias condiciones físicas se lo impedían.

El éxito o el fracaso de la extensión del seguro médico será ahora responsabilidad de otros, pero Kennedy dejó tras de sí importantes avances en el asunto. El fue uno de los principales impulsores del programa de cobertura médica para los niños, que extendió los beneficios del sistema a todos los menores en 1997. El fue, también, una de las figuras de peso que negoció la gratuidad de los medicamentos recetados para los ancianos; luchó y recaudó fondos para la lucha contra el sida y logró que se aprueben algunas leyes que le permiten a los trabajadores que perdieron su empleo conservar su seguro médico algún tiempo más. Su proyecto de ley de 1990 “Estadounidenses con capacidades especiales” prohibió todo tipo de discriminación contra personas con discapacidades físicas y su proyecto sobre discapacidades mentales fue finalmente aprobado el año pasado.

“Llevó adelante todo un programa de políticas que significaron más dinero y protección para los sectores más pobres de nuestra sociedad”, explicó el profesor Hess.

Sus seguidores recordaban ayer también sus logros en Educación y Relaciones Exteriores. Kennedy fue clave en el programa educativo de George W. Bush “Ningún chico puede ser dejado de lado”, aunque más tarde atacó duramente al republicano por no aprobar los fondos para la iniciativa. Negoció con Mijail Gorbachov bajo las órdenes de Ronald Reagan y visitó Sudáfrica en plena época del apartheid, para luego, ya de vuelta en Washington, impulsar sanciones más duras contra ese régimen. Kennedy será recordado, además, por promover proyectos ambiciosos que no llegaron a cumplirse pero que generaron intensos debates fuera del recinto del Congreso. Su proyecto sobre reforma migratoria que buscó regularizar a los cerca de 12 millones de inmigrantes ilegales que viven en Estados Unidos, elaborado junto al republicano de Arizona y ex candidato presidencial John McCain, no pudo superar los prejuicios de la opinión pública y quedó en la nada. La reforma de salud permanece en la incógnita.

Ted Kennedy será enterrado en el cementerio nacional de Arlington en Washington D.C, cerca de sus dos hermanos. Sin dudas, sus seguidores se esforzarán al máximo durante los próximos meses en lograr la aprobación de la reforma de salud. En su memoria.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.