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Por primera vez, desde que asumió el cargo de presidente en reemplazo de su hermano Raúl Castro se reunió con los jerarcas de la Iglesia Católica cubana. El tema de los presos políticos dominó la agenda del encuentro. Las autoridades de la isla calificaron como favorable la reunión.

La entrevista del presidente cubano fue con el cardenal Jaime Ortega y el líder de la Conferencia Episcopal, Dionisio García, tal como lo anunciaron ambas partes. El encuentro se realizó casi tres semanas después de que Ortega mediara con éxito para que el gobierno permitiera las marchas por La Habana de las llamadas Damas de Blanco, las esposas de presos políticos en reclamo de su liberación.

El presidente de la Episcopal cubana comentó a la prensa que se había tratado la situación de los presos políticos, que la oposición al gobierno socialista denuncia que ascienden a 200. “Creo que de ambas partes hay disposición, deseo de que se resuelva y esperamos que eso sea así. Creo que será así”, se aventuró a decir. Aunque reconoció que la posibilidad de concretar la liberación de los reclusos no es un asunto que pueda resolverse de inmediato. “Creo que será un proceso y tiene que comenzar con pequeños pasos y esos pasos se darán. Hay buena voluntad.”

La libertad de los presos se suma a la lista de las preocupaciones de la jerarquía eclesiástica, como explicaron sus representantes, desde la muerte en febrero de Orlando Zapata, tras 85 días de huelga de hambre. La oposición a la Revolución Cubana definió a este albañil de 42 años como un prisionero político, aunque en su momento el diario oficial Granma salió a negarle tal carácter. Al día siguiente del fallecimiento de Zapata, el opositor Guillermo Fariñas, periodista y psicólogo de 48 años, arrancó su ayuno para pedir la liberación de 26 presos políticos enfermos. “Estamos esperando que venga la respuesta y cuál es la conducta a seguir”, dijo Fariñas desde el hospital de Santa Clara, donde mantiene la protesta.

A pesar de las críticas y el reclamo internacional suscitado especialmente con la muerte de Zapata, Raúl Castro manifestó el mes pasado que no cederá al “chantaje” de los ayunos y acusó a los Estados Unidos y a otros países europeos de difamar la revolución.

El encuentro entre Raúl Castro y las autoridades eclesiásticas cubanas precede a la visita del canciller del Vaticano. Monseñor Dominique Mamberti, el enviado de Benedicto XVI a la isla, llegará el 16 de junio. Los opositores al régimen castrista miran con ojos esperanzados ese encuentro. Tienen en su memoria el histórico desembarco de Juan Pablo II en La Habana en 1998, que concluyó con la liberación de 300 prisioneros, algunos encarcelados por delitos políticos y otros, por delitos comunes.

La referente de las Damas de Blanco, Laura Pollán, sostuvo: “En estos momentos, la Iglesia está sirviendo de intermediaria. Se está valorando la libertad de los presos. Tenemos muchas esperanzas, aunque también reservas”. La Iglesia, que en los últimos tiempos denunció el “colapso” de la economía cubana, paradójicamente se convirtió en interlocutora del gobierno de Castro, haciendo a un lado 50 años de recelo mutuo.