Viernes, 30 de julio de 2010 | Hoy
EL MUNDO › EL PREMIER ITALIANO ROMPIó CON SU PRINCIPAL SOCIO, GIANFRANCO FINI
Las negociaciones ya comenzaron para ver si los seguidores de Fini –35 diputados y 15 senadores– se pasan a la oposición o si se quedan en la coalición gobernante. De eso depende que Il Cavaliere conserve la mayoría parlamentaria.
Silvio Berlusconi tomó ayer una decisión que le podría costar su gobierno. Después de varias semanas de cruces públicos y un enojo indisimulable, el primer ministro italiano rompió con uno de sus socios, el presidente de la Cámara de Diputados, Gianfranco Fini, y le pidió que renunciara a su cargo. Anoche la duda más grande era si los seguidores de Fini –35 diputados y 15 senadores– se pasarían con él a la oposición o si algunos preferirían quedarse dentro de la coalición gobernante. Las negociaciones ya comenzaron y de ellas dependerá que Il Cavaliere conserve su mayoría en las dos cámaras del Parlamento y, a la larga, que pueda seguir gobernando. “Esta es una verdadera crisis”, advirtió el secretario nacional del centrista Partido Democrático, Pier Luigi Bersani. La oposición apoyó a Fini y respaldó su decisión de quedarse en la presidencia de la Cámara de Diputados.
Las tensiones dentro de la coalición gobernante no son una sorpresa para los italianos. Los dos principales cofundadores del Pueblo de la Libertad, Berlusconi y Fini, venían disintiendo públicamente desde hacía un tiempo, pero los últimos debates en el Parlamento terminaron de romper la alianza, que había nacido en 2008, tras el derrumbe del gobierno de Romano Prodi. Primero habían sido las críticas de Fini al tráfico de influencias que ejercían hombres muy cercanos a Il Cavaliere para frenar las investigaciones judiciales contra el oficialismo. Después, hace apenas un mes, la tensión renació entre los dos líderes por la llamada Ley Mordaza, impulsada por Berlusconi para evitar la difusión en los medios de las escuchas y grabaciones judiciales, muchas de las cuales inculpaban a personas de su entorno.
Acosado por las manifestaciones y las críticas, Fini presionó dentro de la coalición gobernante para modificar la llamada Ley Mordaza. Lo logró, pero Berlusconi rompió el silencio e hizo saber su enojo con sus propias filas. “Creamos un bonito caballo, ahora queda un hipopótamo”, se quejó el premier esta semana. Sin embargo, la ruptura se retrasó unos días. Quizás porque el miércoles pasado Berlusconi necesitó del voto de Fini y su reconocida cintura para negociar. El premier debía superar un voto de confianza hacia su paquete de ajuste, una reducción del presupuesto que era resistida por otro sector de la coalición gobernante.
Ayer, tras superar ese desafío, Berlusconi llamó a una reunión de la cúpula del Pueblo de la Libertad (PDL) para decidir la suerte de su socio. El encuentro se realizó a puertas cerradas y duró menos de una hora. “El PDL ya no podía seguir pagando el precio demasiado alto de divisiones públicas. Los hinchas de un equipo no pueden aguantar que sus jugadores se peleen en los vestuarios”, explicó Berlusconi no bien terminó la reunión. No importó que Fini había intentado declarar unas horas antes. El quiebre era definitivo.
El premier desestimó todos los análisis apocalípticos y reiteró que la ruptura no provocará una crisis. “No es un problema para el gobierno; la mayoría no está riesgo. ¿Quieren hacer un grupo parlamentario? ¡Que lo hagan! Son tantos los que se fueron ya”, aseguró, relajado, Il Cavaliere. Sin embargo, anoche los 35 diputados y 15 senadores que respondían hasta ahora a Fini aún no se habían pronunciado. Según el diario La Repubblica, Fini ya habría confirmado la lealtad de 34 de los 50 legisladores, una cifra que podría poner en jaque las cómodas mayorías con que contó durante los últimos dos años el gobierno de Berlusconi.
Lo único seguro es que Fini dará batalla. “La presidencia de la Cámara no está a disposición del presidente del Consejo (Berlusconi)”, sentenció el ex socio del premier. No respondió a las acusaciones de traición que se escucharon desde el oficialismo ni reaccionó ante las críticas de Berlusconi. Prefirió concentrarse en las negociaciones para mantener a sus 50 legisladores y le dejó el micrófono a la oposición centrista del Partido Democrático (PD). “Fini es el presidente de toda la Cámara, por lo que Berlusconi no puede despedirlo como a un criado”, reaccionó Dario Franceschini, jefe de la bancada del PD.
Aunque las secuelas de la ruptura son aún inciertas, en el PD no pudieron contener su alegría. “¡Brindo por un nuevo gobierno!”, celebró Bersani, emocionado por el nerviosismo que inundaba ayer al oficialismo. En su fuerza no quieren dejar pasar ni un minuto y por eso de-safiaron a Berlusconi a que se someta a un nuevo voto de confianza en el Parlamento.
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