Martes, 3 de mayo de 2011 | Hoy
EL MUNDO › LA MUERTE DE BIN LADEN SEGúN TOKATLIAN
Por Mercedes López San Miguel
La muerte de Bin Laden complejiza el actual escenario de revueltas en el mundo árabe, pero no las obstaculiza: ellas seguirán su propia dinámica. Así lo explica a Página/12 Juan Gabriel Tokatlian, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella.
–Al Qaida venía siendo objeto de una serie de acciones de Estados Unidos y sus aliados, que habían debilitado su capacidad. La red no quedó diezmada pero sí afectada. EE.UU. había mejorado su inteligencia y desbaratado acciones terroristas.
–Una forma de entender por qué sucede ahora es poder ver los errores tácticos que cometió Estados Unidos en estos años. Aprendió en su uso de estrategias, aprendió de la inútil invasión a Irak y del descalabro en Afganistán. Por ejemplo, el reiterado lanzamiento de misiles teledirigidos desde aviones no tripulados, que provocaron 1800 muertos. Por el contrario, comenzó a funcionar la inteligencia humana en el terreno.
–El escenario se complejizó. Están las revueltas con reclamos de democratización, está el caso de Libia, en donde actúa la OTAN y ahora la muerte de Bin Laden. Todo esto genera mayor incertidumbre y volatilidad. Habrá que observar cuáles son las reacciones de los ciudadanos en cada caso. Lo que es un hecho es que no van a ver obstaculizadas las revueltas, porque éstas tomaron su dinámica propia.
–Obama va a sacar rédito político en un contexto difícil en lo doméstico, en medio de una situación internacional compleja, con reveses militares. Estados Unidos tuvo que desmantelar su presencia en Irak, fue un fiasco. En Afganistán está empantanado, con los grupos talibán cada vez más activos. A esto se suma la participación en Libia; Washington pensó que se resolvía enseguida y la operación lleva semanas sin resultados a la vista. La muerte del líder de Al Qaida es el único triunfo.
–Eso nos retrotrae a dos cuestiones: una, que la decisión potencial pudo haber sido detener, capturar y llevar a Bin Laden a Estados Unidos. Esto hubiera representado un dolor de cabeza para el gobierno de Obama, en medio de las revelaciones sobre el horror en Guantánamo. Entre capturarlo y matarlo, decidieron matarlo. La otra cuestión es qué habrían hecho con el cadáver. Si le buscaban un lugar para enterrarlo, se convertía rápidamente en un santuario al que irían los grupos más recalcitrantes. O lo sepultaban en ultramar y dejaban un manto de ambigüedad sobre su muerte.
–Es la manera en que suele actuar la inteligencia de EE.UU. Muestra una política de ambigüedad que satisface a algunos, que genera inquietud en otros. Y así el personaje se desdibuja.
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