Viernes, 24 de agosto de 2012 | Hoy
EL MUNDO › ANGEL VADILLO LLEVA MáS DE DOS MESES DE PROTESTA
Vadillo está en huelga de hambre en contra de las medidas de ajuste implementadas por el gobierno de Rajoy. Según el alcalde de Alburquerque, esas medidas arruinaron las perspectivas para la industria de energía renovable.
Por Alasdair Fotheringham *
Cada día de semana a la mañana, Angel Vadillo, alcalde de la ciudad española de Alburquerque (en Extremadura profunda), tiene reuniones, contestas los correos electrónicos y devuelve llamados telefónicos. En realidad sería el trabajo habitual, si no fuera que Vadillo está actualmente en su día 74º de huelga de hambre afuera de un edificio de oficinas que alberga el Ministerio de Industria en Madrid. Durante más de dos meses, Vadillo ha estado conduciendo una lucha de un hombre solo contra las medidas de austeridad que, dice, han arruinado las perspectivas para la industria de energía renovable de España. Visiblemente consumido, su único alimento son ocho litros de agua con miel mientras se sienta o descansa en un camión alquilado en un estacionamiento a 10 metros de las puertas del ministerio.
“Me podría dejar morir, pero si permiten que un alcalde de una ciudad muera, para una democracia es un problema serio”, le dice Vadillo –quien perdió 23 kilos y 5 centímetros de masa muscular desde que comenzó la huelga– a The Independent mientras temblorosamente arma un cigarrillo. “Cuanto más dure mi lucha, más sufro, y la gente me prestará más atención.” Su decisión de hacer una huelga fue después de que el ministro de Industria, José Manuel Soria, anunció que todos los subsidios para los proyectos de energía renovable se cortarían en enero como parte de las medidas de austeridad para ayudar a frenar la crisis de la deuda de España. Vadillo dice que las consecuencias para Alburquerque, cuyo futuro económico dependía fuertemente de cinco nuevas plantas de energía solar, serían desastrosas.
Con los planes de las plantas de energía suspendidos, el alcalde estima que unos 850 trabajadores en Alburquerque, una ciudad de casi 5000 habitantes cerca de la frontera portuguesa en Extremadura, se unirán ahora a los millones de españoles desempleados. No sólo eso: los 36 millones de euros de impuestos que llenaban los cofres de Alburquerque gracias a pagos adelantados por las nuevas plantas han desaparecido, obligándolo a cerrar la casa para ancianos de la ciudad así como el centro de los inválidos.
Su furia ante lo que él considera como una innecesaria pérdida de puestos de trabajo (se estima que los recortes pueden costar 10.000 empleos en España) y el fracaso del gobierno para explotar un recurso natural que España tiene en abundancia –energía solar– provocó su solitaria primera marcha de protesta de 400 kilómetros desde Alburquerque a Madrid, y ahora su huelga de hambre.
“Estamos en recesión y podríamos generar empleo con este tipo de proyectos en toda España”, dice Vadillo. “No puede ser que Alemania sea el Nº 1 en energía solar en Europa cuando nosotros tenemos este sol maravilloso.” España ha sido considerada líder en el campo de las energías renovables, pero ahora ha caído mucho en los puestos globales. “Tenemos la tecnología y parece increíble que España haga exactamente lo opuesto a lo que necesitamos como país. Más que recortes, lo que crea empleos es invertir en un área como ésta”, dice.
Vadillo dice que terminará la huelga cuando el ministerio, que planea ahorrar alrededor de 190 millones de euros como resultado de la prohibición a los subsidios, inicie negociaciones que involucren a todos los partidos afectados por los recortes. “Cuando comencé la huelga de hambre, el ministro me recibió durante una hora pero, más que una conversación, fue prácticamente un monólogo de mi parte, y él se limitó a decirme adiós. Era como si no me hubiera escuchado.”
Luego, una carta del ministro a Vadillo rechazaba sus propuestas, afirmando que “no podían garantizar la rentabilidad de los específicos planes de negocios como usted (Vadillo) sugiere”. Le pedía que terminara su protesta ya que “no era el correcto curso de acción”. Sin embargo, el interés por el caso de Vadillo ha crecido en todos lados. Los empleados del ministerio dejan sus escritorios para unírsele en una manifestación de media hora cada mañana y tiene un estimado de partidarios de cuatro millones en la web. Después de lo que él llama una aletargada respuesta inicial, los movimientos ecológicos de España también se están subiendo a bordo. Mientras el alcalde continúa negándose a retirarse, Vadillo se ha convertido en una base simbólica de lo opuesto a los recortes del gobierno en España.
* De The Independent, de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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