EL MUNDO › OBAMA VUELVE AL SALON OVAL CON EL DESAFIO DE REFORMAR EL ESQUEMA IMPOSITIVO

El primer reto, el abismo fiscal

Se espera que el presidente reelecto dé el primer paso y ofrezca al Congreso, que tiene la última palabra sobre temas presupuestarios, una propuesta para sentarse a negociar. El Senado mantiene mayoría demócrata y los republicanos, la Cámara baja.

El foco en Estados Unidos tras la reelección del presidente Barack Obama vuelve al ámbito presupuestario y al llamado abismo fiscal, el temido escenario en el que se combinarían drásticos recortes de gasto público y subas de impuestos a principios de 2013. Los analistas alertan que este abrupto ajuste fiscal podría devolver al país a la recesión en el momento más inoportuno. Los recortes automáticos del gasto público fueron previstos por los legisladores en el verano de 2011 como mecanismo de presión para forzar un acuerdo bipartidista sobre la reducción del déficit presupuestario. Se espera que el presidente Obama dé el primer paso y ofrezca al Congreso, que tiene la última palabra sobre temas presupuestarios, una propuesta para sentarse a negociar.

Anteayer, el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, se mostró abierto a entablar de nuevo conversaciones sobre la cuestión, aunque mantuvo la posición republicana de no aceptar un plan que incluya subida de impuestos. La propuesta demócrata, rechazada por el Congreso, incluía recortes de gasto que serían compensados por la suba parcial de los impuestos a las rentas más altas.

De no alcanzarse un acuerdo que implicaría la reducción del déficit en 1,2 billón de dólares a lo largo de la próxima década, entraría en efecto automáticamente el tan mentado abismo fiscal, temido ajuste compuesto de dos elementos. Por un lado, la supresión de la prórroga de exenciones impositivas en numerosas categorías aprobada en 2003 por el presidente George W. Bush y ampliadas por Obama en 2010, que supondría de hecho una suba de impuestos para la mayoría de los ciudadanos. Por otra parte, el llamado sequestration, una retención de fondos federales asignados para el gasto público, especialmente en defensa, educación y en el programa de salud para personas mayores Medicare.

Esta suspensión de las “vacaciones fiscales”, como también se las conoce, supondría un aumento de la carga fiscal en al menos 110 mil millones de dólares en 2013 y de 2,8 billones de dólares en la próxima década, según datos del Comité Federal para un Presupuesto Responsable. El incremento vendría dado por la baja de las exenciones fiscales por hijos y educación, la suba de los impuestos por herencias y el alza de los tipos por ganancias de capital y dividendos, principalmente.

Además subirían un 2 por ciento las retenciones sobre la nómina de los trabajadores y se reduciría la expansión de la cobertura por desempleo, aprobada para paliar los años más duros de la crisis, que pasó de 26 semanas a casi 90 en algunos estados. Estas dos medidas supondrían aumentar los ingresos fiscales en otros 115 mil millones de dólares en 2013.

Asimismo, se aplicaría un hachazo al gasto público de 65 mil millones de dólares sólo en 2013, que alcanzaría 980 mil millones en la próxima década. Estaría compuesto de un recorte del gasto en defensa del 10 por ciento, un 8 por ciento de reducción del gasto discrecional en ámbitos como educación e investigación y un 2 por ciento en los pagos por el programa de salud Medicare para las personas mayores.

En total, el abismo fiscal supondría un ahorro en el primer año de entre 450 mil millones y 600 mil millones de dólares. La Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO, organismo no partidista) estima que las implicaciones económicas provocarían una reducción del 3,9 por ciento en el Producto Interior Bruto de Estados Unidos, lo que significaría volver a entrar en recesión, ya que se pronostica un crecimiento para 2013 en torno del 2 por ciento.

Después de la victoria del líder demócrata en las elecciones generales, la Casa Blanca baraja decenas de nombres para cambiar sustancialmente el gabinete presidencial de Barack Obama para su segundo mandato, en un proceso que apenas ha despegado y que considera a republicanos para puestos tan importantes como Defensa. Con vacantes a punto de abrirse en los principales cargos de su gabinete, Obama puede hacer ofertas a miembros de la oposición como un reflejo del espíritu conciliador que prometió en su discurso de reelección, según fuentes cercanas al proceso que citan ayer el diario The New York Times y la revista Politico.

El presidente norteamericano encargó hace semanas a su asesor Pete Rouse que elaborara listas de posibles candidatos para todas las carteras, con especial atención a dos pesos pesado que serán bajas casi seguras en 2013: la secretaria de Estado, Hillary Clinton (ver aparte), y el secretario del Tesoro, Timothy Geithner. Clinton repitió que sólo seguirá en el cargo hasta que Obama nombre a su sucesor, pero también admitió que mucha gente le pidió que se quede, algo que podría hacer hasta que concluya la investigación sobre el atentado del 11 de septiembre en Benghazi, Libia.

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EFE
 
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