Domingo, 18 de agosto de 2013 | Hoy
EL MUNDO › EL REGIMEN ACUSO DE EXTREMISTAS A LOS SIMPATIZANTES DEL PRESIDENTE DERROCADO
En el mismo día en que la policía desalojó en una violenta operación una mezquita de El Cairo donde se refugiaban cientos de manifestantes islamistas, el gobierno de facto declaró que estaba en una “guerra contra el terrorismo”.
La presidencia de facto egipcia afirmó ayer que el país está en guerra contra el terrorismo. Al mismo tiempo, acusó a los islamistas que piden la restitución del derrocado presidente Mohamed Mursi de fuerzas extremistas. La declaración del Ejecutivo se produjo el mismo día en que la policía de-salojó en una violenta operación una mezquita de El Cairo donde se refugiaban cientos de manifestantes islamistas, donde se registraron enfrentamientos con civiles que pretendían defenderlos. El asesor presidencial para Asuntos Políticos, Mustafa Higazi, expresó que el pueblo egipcio salió a las calles para rechazar el fascismo teocrático de la Hermandad Musulmana, mientras el gobierno estaría evaluando la disolución de la cofradía islamista. Un informe de Amnistía Internacional reveló el accionar violento y desproporcionado de las fuerzas del orden durante las protestas de la última semana.
En una conferencia de prensa, Higazi sostuvo que fueron los líderes de la Hermandad quienes impidieron un arreglo negociado a la crisis y confirmó la detención de Al Zawahiri, hermano del número uno de la red fundamentalista islámica Al Qaida, en un puesto de control de El Cairo. Las declaraciones del asesor se dieron luego de un nuevo enfrentamiento en El Cairo que se desató cuando la policía irrumpió en una mezquita en la que se refugiaban seguidores de Mursi.
Tras un tiroteo, las fuerzas especiales de la policía egipcia irrumpieron en la mezquita Al Fatah, en el barrio Ramsés, y detuvieron a varios de los seguidores de Mursi que se refugiaban dentro de la misma. Un rato antes, la televisión estatal informó que los simpatizantes de Mursi treparon al minarete (torre) de la mezquita y desde allí comenzaron a disparar a los policías que estaban apostados en el lugar, quienes respondieron con armas largas.
Pero las protestas se replicaron a lo largo de todo el país. Miles de islamistas tomaran las calles en claro desafío a las autoridades apoyadas por el ejército, tras la entrada en vigor del toque de queda. Manifestaciones en El Cairo, Alejandría, Asiut o Minia reivindicaron la restitución de Mursi, derrocado por un golpe de Estado militar el pasado 3 de julio. La presión sobre los Hermanos Musulmanes y sus aliados no se limita a las calles. Las autoridades egipcias comenzaron a dar señales de que la cofradía islámica podría ser ilegalizada, después de que varios de sus líderes ya hubieran sido detenidos.
La Hermandad Musulmana informó que durante los enfrentamientos del viernes en el centro de El Cairo murió el hijo de su líder espiritual, Mohammed Badie. Se trata de Ammar Badie, de 38 años, quien murió por una herida de bala cuando participaba de las protestas en la plaza Ramsés, informó el brazo político del grupo, el Partido de la Libertad y la Justicia, en su página web oficial. El hecho se produjo en medio de la convocatoria al “Día de la Ira”, realizada por los Hermanos Musulmanes y que profundizó la violencia desatada ayer. El padre del joven fallecido está prófugo luego de que las autoridades de facto lo acusaran de incitar a la violencia y lo citaran a un juicio el 25 de agosto. Además, en las protestas de la semana pasada murió la hija de otro miembro de la Hermandad Musulmana, el veterano político Mohamed el Beltagui.
El portavoz gubernamental, Sherif Shauki, aseguró que el Ejecutivo estudia los medios jurídicos para disolver la Hermandad, aunque más tarde Higazi matizó esas declaraciones. El asesor presidencial se limitó a aclarar que no hay esfuerzos dirigidos a disolver ningún grupo, sino que toda organización que trabaje en Egipto tiene que estar legalizada con medidas jurídicas para que actúe dentro del marco de la ley. La Hermandad permanece en un status de alegalidad tras la revolución que depuso a Hosni Mubarak en febrero de 2011, después de haber sido ilegalizada por Gamal Abdel Naser en 1954.
Por otro lado, trascendió un informe de la agrupación humanitaria Amnistía Internacional (AI) con testimonios que muestran el desprecio por la vida humana que pusieron de manifiesto las fuerzas de seguridad egipcias en su persecución a los seguidores de Mursi. “Estaban disparando en la puerta del sanatorio”, afirmó uno de los médicos que atendía a los heridos, quien agregó que se dio cuenta de lo que sucedía cuando lo llamaron para ir al hospital montado sobre el terreno. “Nada más salir, el hombre que estaba custodiando la puerta recibió un disparo en la cabeza”, aseguró. Philip Luther, director del programa de Medio Oriente y Norte de Africa de AI consideró que si bien algunos manifestantes usaron la violencia, la respuesta de las autoridades fue gravemente desproporcionada.
La ola de violencia y muerte comenzó el miércoles, cuando las fuerzas de seguridad desalojaron con gases lacrimógenos, balas y tanquetas los campamentos que los islamistas mantenían en las plazas de El Cairo. Ese día murieron 638 personas y casi 4000 resultaron heridas, según datos del Ministerio de Salud a los que se suman los 173 muertos y 1330 heridos del viernes.
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