Domingo, 28 de septiembre de 2014 | Hoy
EL MUNDO › LA INTENCION DE VOTO PARA DILMA MEJORA A RITMO SOSTENIDO EN LOS ULTIMOS DIEZ DIAS
Una de las llaves para comprender las causas políticas de la recuperación petista está en la estrategia, elaborada por Dilma y Lula, para motorizar el apoyo de los segmentos organizados de la sociedad, como sindicatos y organizaciones sociales.
Por Darío Pignotti
Desde Brasilia
“Ni que la vaca tosa” se suprimirán las conquistas de los trabajadores. Esa frase de la presidenta Dilma Rousseff, candidata a la reelección, posiblemente quedará como la más emblemática de esta campaña hacia los comicios del próximo domingo, en los que posiblemente se impondrá, según coinciden todas las encuestas recientes, donde su popularidad mejora ante el retroceso de la opositora Marina Silva.
El último sondeo, publicado el viernes por la consultora Datafolha, pronostica que la representante del Partido de los Trabajadores vencerá con el 40 por ciento frente al 27 de la ambientalista Marina Silva dentro de una semana y volvería a hacerlo por 47 a 43 en el ballottage del 26 de octubre. El tercero en cuestión es Aecio Neves, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña, que aparece con el 18 por ciento para la primera ronda.
Las buenas noticias electorales llevaron optimismo al Palacio de Alvorada en la calurosa noche del viernes, cuando se mencionó que los gráficos de los sondeos dibujan una “boca de yacaré abierta”: con la línea de Dilma hacia arriba, mejorando a ritmo sostenido desde hace 10 días y la línea hacia abajo describiendo el deterioro de Marina, pese a lo cual es aventurado considerarla herida de muerte.
La mandataria se reunió el viernes con su consejero de cabecera, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, en Brasilia, donde ayer dialogó bienhumorada con un grupo de periodistas, ante quienes bromeó sobre su nuevo corte de cabello, estrenado en su discurso de apertura de la Asamblea de la ONU, el miércoles, durante el cual defendió las políticas sociales de su gobierno y cuestionó los bombardeos encabezados por Estados Unidos contra las bases del Estado Islámico en Irak y Siria.
Una de las llaves para comprender las causas políticas de la recuperación petista (hace un mes y medio la presidenta aparecía 10 puntos abajo de Marina para el ballottage) está en la estrategia elaborada por Dilma y Lula para motorizar el apoyo de los segmentos organizados de la sociedad.
Fue dentro de ese plan de acción que el 16 de septiembre la postulante oficialista declaró, alzando la voz y el índice de su mano derecha, que los derechos establecidos por ley, como el aguinaldo y las vacaciones, no serán revisados en un eventual segundo mandato “Ni que la vaca tosa”.
Horas antes, su adversaria, la ex petista Marina Silva ahora en el Partido Socialista Brasileño, había anunciado su intención de precarizar el mercado laboral bajo el eufemismo de “actualizar” las leyes que regulan las relaciones entre capital y trabajo.
Más preocupada en garantizar la rentabilidad –solapada bajo la palabra “competitividad”– de los patrones que el poder adquisitivo y la capacidad de negociación de los asalariados, la dirigente opositora también consideró impostergable una normativa sobre la tercerización, antigua demanda de la Federación de Industrias de San Pablo (Fiesp) denostada por las dos grandes centrales obreras, Central Unica de Trabajadores (CUT) y Fuerza Sindical.
Un probable elector de Marina Silva, quien ya conquistó la simpatía de los banqueros y el respaldo político del Banco Itaú, es el titular de la Fiesp Benjamin Steinbruch.
Para Steinbruch, dueño de la Compañía Siderúrgica Nacional, la estatal creada en la década del ’40 por Getúlio Vargas y privatizada en los ’90, Silva representa una “buena opción para que Brasil avance”, objetivo alcanzable si el próximo gobierno aplica a partir de enero de 2015 un “ajuste agresivo, porque si se lo retrasa tendrá que ser todavía más drástico”.
En esencia, Steinbruch sostiene lo mismo que la presidenciable Silva pero lo hace sin rodeos, al hablar desde lo alto del predio imponente de la Fiesp en la Avenida Paulista, corazón empresarial de San Pablo y epicentro de las movilizaciones masivas de junio de 2013.
Abajo, en el centro de San Pablo, Río de Janeiro y otras capitales, simpatizantes del PT, sindicalistas y miembros de organizaciones sociales participaron desde el viernes en decenas de actos contra la amenaza de pulverización de los derechos laborales en Brasil impulsada por una derecha inspirada en los modelos vigentes en México y Chile.
El viernes y el sábado los manifestantes desplegaron pasacalles con la consigna “¿Acabar con nuestros derechos? Ni que la vaca tosa” junto al cual recorrieron las calles paulistas secundados por un rumiante inflable de tres metros.
El clima de movilización en apoyo de un segundo mandato de Dilma, que sería el cuarto del PT, comenzó a gestarse a principio de septiembre, cuando la CUT y el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra, apoyados por sectores de la Iglesia Católica, montaron 40.000 urnas en todo el país para recolectar firmas por una reforma constitucional que ponga fin al financiamiento privado de las campañas, fuente de la relación promiscua entre empresas y partidos.
Y fue el PT el único de los grandes partidos que apoyaron esa reforma política. Participó en el plebiscito popular, que recogió 7,7 millones de firmas, a pesar del boicot de los empresarios y grandes medios de información.
Vagner Freitas, presidente de la CUT, denunció el “blindaje realizado por los principales medios de comunicación durante la campaña de recolección de firmas. Lo que hubo fue un proceso destinado a impedir que el pueblo se informe del plebiscito”.
“El resultado del plebiscito, con casi 8 millones de personas que asumieron una posición por el cambio de este sistema político, es mucho más importante que las encuestas de Ibope y Datafolha”, coincidió Joao Paulo Rodrigues, del MST.
Ante el avance callejero, y en las encuestas, de los seguidores de la mandataria y la caída de la popularidad de Marina el diario O Globo tergiversó: “El PT obedece a Dilma e insiste en la campaña de miedo para deconstruir la imagen de Marina. Para ello, desde el viernes y durante el fin de semana el partido moviliza 2 millones de personas” en la campaña “Ni que la vaca tosa”.
Ayer el columnista más importante del grupo Globo, Merval Pereira, no escondió su espanto frente a una balanza electoral que se inclina hacia el oficialismo.
“Dilma buscará en estos días el voto útil, favorecida por el alza acentuada en las encuestas como por la militancia petista animada ante la perspectiva de victoria en el primer turno.”
“Marina entra en la recta final en el peor de los mundos posibles... ante el asedio de Dilma, que si logra crecer del 40 al 45 por ciento de los votos válidos puede vencer en el primer turno”, apunta el periodista de Globo.
La hipótesis de una victoria en la primera ronda se explica en que la ley electoral sólo toma en cuenta las boletas a favor de alguno de los candidatos y excluye a los sufragios en blanco o nulos, por lo cual el 45 por ciento de todos los votos emitidos el próximo domingo seguramente equivaldrá a más del 50 por ciento de los válidos. No habrá ballottage si alguno de los postulantes obtiene más de la mitad de los votos contabilizados.
En los siete días que restan hacia la definición de estos comicios, que moldearán el mapa e influenciarán las próximas elecciones de América latina, será determinante lo que suceda en la calle y los medios, donde se realizarán dos debates: el primero de ellos este domingo, en la evangélica TV Record, y el segundo el jueves en la cadena Globo.
En ese duelo entre la política real y la virtual, también jugarán la publicación/montaje de supuestos casos de corrupción envolviendo al gobierno, como el divulgado ayer por la revista Veja, sobre vínculos entre un ex ejecutivo de Petrobras, preso por estafador, y la campaña electoral de Dilma en 2010.
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