Viernes, 3 de octubre de 2014 | Hoy
EL MUNDO › TRAS SEIS DIAS DE PROTESTAS EN HONG KONG PARA EXIGIR UNA REFORMA ELECTORAL
El director ejecutivo de la ex colonia, Leung Chun-ying, dijo que su primer secretario, Carrie Lam, iniciaría un diálogo con los manifestantes “tan pronto como fuera posible”. No está claro que el gesto alcance para calmar las protestas.
Por Peter Popham *
En la duodécima hora, mientras los manifestantes se congregaron para invadir edificios clave del gobierno, fue el director ejecutivo de la ex colonia, Leung Chun-ying, quien hizo la primera concesión, diciendo que su primer secretario, Carrie Lam, iniciaría un diálogo con los manifestantes “tan pronto como fuera posible”. Pero el hombre al que llaman 689 –que es la cantidad de votos que recibió para ganar el puesto más alto– se negó a ceder a las demandas de los estudiantes y renunciar. No está claro si su concesión de último momento calmará las protestas.
Fue la culminación de un largo y tenso día. En el mayor territorio okupa del planeta en que Hong Kong se ha convertido, todo estaba tranquilo. Pero afuera de la oficina del Ministerio de Marina de Leung, en la zona del puerto, el estado de ánimo era sombrío. Un millar de manifestantes se sentó con las piernas cruzadas en la explanada, mirando a 50 policías con camisas celestes que los enfrentaron durante horas y horas, tan rígidos como el Ejército de Terracota.
Entre ellos había un hombre alto joven que llevaba anteojos, una venda húmeda en la frente y una máscara sobre su boca, que se identificó como Bryan Kwok. “Tenemos que estar preparados en caso de que comiencen a usar gases lacrimógenos”, explicó. Pero el atuendo era también un disfraz: un abogado que quiere mantener su puesto de trabajo, que está tomando todas las precauciones para evitar ser identificado. El había estado viniendo a las protestas durante toda la semana: “Cuanto más vengo, más me involucro”.
Cerca de allí, un joven que se llamaba a sí mismo Steve dijo que también había estado viniendo regularmente, aunque no se quedó toda la noche. “Muchas personas vienen y se van, son como relevos, es importante que la gente venga a relevar a los que están cansados. La primera manifestación a la que asistí fue en 2010, la vigilia anual del 4 de junio en conmemoración de la plaza de Tiananmen” –el único lugar en territorio chino, donde la protesta y su final sangriento se recuerdan oficialmente. “Pero esto es mucho más grande; ésta es la multitud más grande que he visto en mi vida. ¿Por qué venir? Supongo que quiero ser un testigo de la historia. Sólo para estar seguro de que soy parte de la historia. Seguimos lo que está pasando con FireChat y WhatsApp, pero siempre hay un montón de historias sin fundamento dando vueltas. Igual que el domingo cuando se rumoreó que la policía estaba disparando balas reales para dispersar a la multitud.”
John Yip, de 38 años, y su esposa, Florence Cheng, de 34 años, ambos profesores de Lengua y Literatura china en las escuelas locales, no necesitaban escuchar los rumores: estuvieron presentes en la manifestación del domingo, cuando la policía disparó 78 rondas de gases lacrimógenos en un intento desacertado de dispersar la protesta en esa área, que también es la zona del Parlamento, la sede de la policía de Hong Kong y los cuarteles del Ejército Popular de Liberación. “Cuando dispararon el gas huimos”, dijo Yip. “Nos habían dicho que fuéramos muy cautelosos, y que corriéramos hacia atrás si lanzaban gas lacrimógeno para que la gente en el frente no fuera aplastada. Yo estaba muy seguro de que Leung usaría gas antes de ser elegido, lo dijo en una reunión del Consejo Legislativo, aunque más tarde lo negó. “Corrimos al Centro de Artes de Harbour Road, donde nos encontramos con algunos amigos, luego, como muchos otros, regresamos a donde habían lanzado gas lacrimógeno y vimos una escena muy conmovedora.”
La proximidad de los manifestantes y la policía frente a la oficina de Leung hace que esto sea un hervidero de rumores. “Por la mañana un policía le dijo a un manifestante que necesitaban abrir las barricadas, ya que un oficial había sufrido un ataque al corazón”, me relató un joven llamado Alex, “para que pudiera entrar una ambulancia”. Los manifestantes no le creyeron y se negaron. “Más tarde se rumoreó que los policías fueron vistos manejando muchas cajas –tal vez contenían gases lacrimógenos–. No sé cómo va a terminar. El temor chino es que si esto puede suceder en Hong Kong, lo mismo puede suceder en otras ciudades dentro de China. Esa es la razón por la que no estarán de acuerdo en nada.”
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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