EL MUNDO › MAÑANA, BRASIL ELIGE PRESIDENTE Y DILMA ROUSSEFF ES LA FAVORITA, SEGUIDA POR MARINA SILVA Y AECIO NEVES

Once candidatos y 143 millones de electores

Mientras Dilma y su antecesor Lula da Silva recorrían calles y plazas de San Pablo y Minas Gerais, el PT cerraba negociaciones con sus aliados. Marina y Aécio buscan obtener el apoyo del otro en una hipotética segunda vuelta.

 Por Eric Nepomuceno

Desde Río de Janeiro

Oficialmente, la campaña electoral –al menos en lo que se refiere a la primera vuelta– llegó a su fin. El jueves por la noche terminaron los programas en radio y televisión, se realizó el último debate, y ayer los candidatos se dedicaron a recorrer calles y ciudades en un esfuerzo descomunal para captar votos indecisos, robar votos adversarios y consolidar los ya conquistados.

Claro que una cosa es lo que dice la ley, y otra lo que ocurre en la vida real: hasta la misma entrada en las secciones electorales se seguirá pidiendo votos.

Como casi todo en Brasil, los números son enormes: son once candidatos buscando seducir a 143 millones de electores que votarán en 530 mil urnas electrónicas esparcidas por 5570 municipios, y serán observados por centenares de miles de fiscales de la Justicia electoral y decenas de miles de representantes de los partidos.

Uno de los pioneros en todo el mundo en adoptar las urnas electrónicas como única forma de votación, Brasil conocerá los nombres de los elegidos alrededor de las nueve de la noche de mañana. Así, ayer ha sido un día, además de candidatos lanzándose a la caza del voto, de intensas negociaciones de bastidores.

Mientras Dilma y su antecesor Lula da Silva recorrían calles y plazas de San Pablo y Minas Gerais, cada uno por su lado, emisarios de su partido, el PT, cerraban negociaciones con sus aliados. Todo dependerá de los resultados en las provincias, pero los estrategas de Dilma quisieron anticiparse y evitar desde ya eventuales secuelas de disputas locales, en las que el PT disputa gobernaciones con partidos de la alianza nacional. Al mismo tiempo, la campaña de la reelección realiza fuertes intentos de movilización de última hora, con la tenue esperanza de que Dilma liquide el asunto mañana mismo. Las posibilidades son muy pequeñas, pero todavía hay, en el PT, quien crea ser viable recuperar la antigua capacidad de movilizar la militancia a la hora final.

En la vereda de enfrente, la pelea es otra: Marina Silva, del PSB, trató de retener su caída, que se acentuó drásticamente en las últimas tres o cuatro semanas. Aécio Neves, del mismo PSDB del ex presidente Fernando Henrique Cardoso y de José Serra y Geraldo Alckmin, derrotados de manera contundente por el PT en las tres últimas presidenciales, buscaba formas de crecer con fuerza suficiente para arrollar, a última hora, a Marina, y disputar el ballottage con Dilma.

También, entre los dos adversarios de la actual mandataria hubo, en los últimos días, intenso intercambio de emisarios, todos con el mismo objetivo: obtener el apoyo del otro en una segunda vuelta. La principal característica del electorado que votará por Aécio Neves y su programa de gobierno de corte netamente neoliberal es ser el voto anti-PT, no importa quién sea el postulante. Es un voto considerado sólido, y que será su principal capital político si logra pasar al ballottage.

Ya, el voto a Marina Silva es volátil. Buena parte de su electorado es igualmente anti-PT, pero con una característica singular: son antiguos electores del partido, que se sintieron defraudados o frustrados, principalmente a raíz de los escándalos de corrupción. Y esos son votos, acorde a los estrategas de la campaña de Dilma, “recuperables”. Otra parte, que se dejó ilusionar por el discurso de “nueva política” con que Marina se lanzó en la actual campaña, ya empezó a refluir para Dilma. Analistas, luego de observar todos los sondeos, indican que la gran mayoría de los votos perdidos en picada por la candidata que es una mezcla de evangélica estricta y ambientalista radical volvieron a Dilma. Marina, que supo adueñarse de parte sustancial de los que antes de su estampida formidable oscilaban entre votar en blanco y nulo, los perdió en partes iguales para Dilma y Aécio. Quedaron leales a sus promesas mesiánicas los votos de la parcela joven, urbana y de clase media del electorado, además, claro está, la mayoría de los votos de evangélicos.

Lo que se discutió en los últimos días –y seguramente se seguirá discutiendo hasta que se sepa el resultado de mañana– es cuál de los adversarios le conviene más a Dilma. Dentro (y fuera) del PT, hay dos líneas de análisis. Están los que creen que será más fácil derrotar a Marina, por la fragilidad de su discurso y por su carencia de una estructura política que sea capaz de fortalecer su candidatura, y los que creen que lo que más le conviene es volver a la polarización PT-PSDB, que resultó en tres victorias seguidas para su partido.

Por las dudas, el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, principal referente del PSDB, optó por una salida lateral. El, que se había mantenido discreto mientras Aécio Neves se desplomaba en los sondeos, volvió en los últimos días con fuerza total. Dice que no importa quién llegue al ballottage frente a Dilma, lo fundamental es que estén unidos.

Existe una clara razón para ese llamado a una insólita alianza (los dos candidatos se tirotearon ferozmente hasta ahora): si Marina pasa a la segunda vuelta y sale victoriosa, no tendrá equipo y estructura para gobernar. Será la hora y la ocasión del PSDB de volver a ocupar espacios de poder. Si va Aécio Neves a la segunda vuelta, será de inmensa importancia contar con el respaldo de Marina y su electorado.

Como se recordará, en 2010, ella logró casi 19 millones de votos en la primera vuelta. Y en la segunda, cuando Dilma enfrentó a José Serra, optó por declararse “neutral”. Esa actitud seguramente ayudó a Dilma, con los votos desgarrados de su adversaria, a aplastar a Serra.

Cardoso quiere evitar la sombra de ese fantasma, el de la derrota.

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Dilma cierra su campaña junto a Lula con una caravana en San Pablo.
Imagen: Télam
 
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