EL MUNDO › LA MAYORIA CHIITA DEMANDA A LA AUTORIDAD PROVISIONAL ELECCIONES YA

Nació la democracia, pero es contra EE.UU.

Por Miguel González *
Desde Bagdad

Los chiítas iraquíes, que representan el 60 por ciento de los 25 millones de habitantes del país, exigen elecciones democráticas para hacer valer su mayoría en el reparto del poder. Así se lo hizo saber ayer el ayatola Alí Al-Sistani, máxima autoridad religiosa chiíta, al presidente de turno del Consejo de Gobierno iraquí, el kurdo Yalal Talibani. El propio Talibani, que se desplazó urgentemente a la ciudad santa chiíta de Najaf para intentar convencer a Al-Sistani, explicó públicamente sus exigencias.
“Ha emitido una sola reserva” al acuerdo firmado por el Consejo de Gobierno iraquí y el administrador estadounidense Paul Bremer el pasado 15 de noviembre, dijo Talibani. “Quiere que el pueblo iraquí sea consultado. Hacen falta, según él, elecciones tanto municipales como legislativas”, agregó. No se trata de una exigencia puramente retórica. Ante la falta de un censo electoral, Al-Sistani propone utilizar las bonos de racionamiento distribuidos por el régimen de Saddam tras la Guerra del Golfo de 1991.
Talibani se mostró flexible ante las reivindicaciones del líder chiíta. Dijo que el acuerdo del 15 de noviembre se mantiene, pero “necesita ser enmendado” y se le podría añadir “algún apéndice”. Más evasivo, un portavoz de la administración ocupante de Irak se limitó a decir que “estamos en un proceso de estabilización de la democracia” y hay que “escuchar” todos los puntos de vista.
La oposición de los chiítas supone un balde de agua fría para la política de Estados Unidos en Irak. Bremer presentó el acuerdo del 15 de noviembre, suscrito inmediatamente después de su regreso de Washington, a donde fue llamado a consultas por el presidente Bush, como fruto del consenso unánime de los 25 miembros del Consejo de Gobierno, que representan a todas las comunidades étnicas y religiosas del país. Dicho consenso ha tardado menos de dos semanas en saltar por los aires.
El acuerdo ahora en cuestión estaba destinado a acelerar el proceso de transición, para aliviar la presión que sobre las fuerzas ocupantes ejercen los continuos ataques de la resistencia. Según el calendario previsto, antes del próximo 31 de mayo se elegiría una Asamblea Legislativa transitoria, cuyos miembros serían designados por el Consejo de Gobierno y por los consejos provinciales y municipales, dos organismos bajo control de la administración anglo-estadounidense. La Asamblea nombraría a su vez al gobierno provisional, al que se transferiría la plena soberanía en junio de 2004. El problema es que este calendario traslada hasta 2005 la celebración de las primeras elecciones, para elegir tanto a la Asamblea Constituyente como al gobierno definitivo.
Frente a la oposición de buena parte de los sunnitas, que alimentan las filas de la resistencia, los chiítas han mantenido hasta ahora una actitud no hostil hacia las tropas de ocupación. Sabedores de que son mayoría, confiaban en acabar imponiéndose en un proceso democrático. Sin embargo, el reciente giro de Washington les hace sospechar que, para ganarse a los sunnitas, está dispuesto a conceder privilegios a una comunidad que, pese a representar poco más del 20 por ciento de la población, ha dominado el país desde su independencia en 1932. Los recelos chiítas hacia Estados Unidos proceden de 1991, cuando los abandonó y dejó que Saddam aplastara la revuelta que siguió a la Guerra del Golfo.
El primer síntoma del malestar chiíta se conoció el miércoles cuando, tras entrevistarse con el propio Al-Sistani en Najaf, Abdel Haziz Hakim, líder del Consejo Supremo de la Revolución Islámica (CSRI) y miembro del Consejo de Gobierno iraquí, expuso sus reservas al acuerdo con Bremer. Hablando en nombre de Al-Sistani, que prácticamente nunca hace declaraciones a la prensa, Hakim indicó que la asamblea provisional debe ser elegida por sufragio y que la ley fundamental, que regirá la vida delpaís durante el período de transición, tiene que respetar su carácter islámico. En una concesión a la minoría kurda –entre el 15 y el 20 por ciento de la población–, el acuerdo sí dice por ejemplo que la ley fundamental consagrará la estructura descentralizada del Estado.
Ayer se supo también que la administración dirigida por Bremer tuvo un primer enfrentamiento con los chiítas la semana pasada. Haciendo uso de su derecho de veto, el “virrey” estadounidense rechazó un proyecto de ley del Consejo de Gobierno iraquí que pretendía devolver la nacionalidad a decenas de miles de chiítas a quienes Saddam despojó de su condición de iraquíes durante los años ‘80, alegando que eran “quintacolumnistas” de Irán.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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