Miércoles, 13 de enero de 2016 | Hoy
EL MUNDO › EL úLTIMO DISCURSO DEL ESTADO DE LA UNIóN DEL PRESIDENTE DE ESTADOS UNIDOS
En un año electoral, llamó a la unidad de los estadounidenses, pero lanzó dardos sutiles a la oposición al exigir más calidad en el debate político y usar una silla vacía para simbolizar la falta de controles en la venta de armas.
En su último discurso sobre el Estado de la Unión, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, señaló que el futuro que los estadounidenses desean sólo tendrá lugar si se repara la política en el país. El jefe de Estado pidió además que se produzcan gestos de unidad. “El futuro que queremos está en nuestras manos. Pero sólo será posible si trabajamos juntos. Sólo será posible si tenemos debates racionales y constructivos”, apuntó el mandatario, un año antes de abandonar el cargo. Obama habló de los “padres fundadores” de Estados Unidos para referirse a la distribución del Poder Ejecutivo entre los estados y las distintas ramas del gobierno federal, pero aseguró que la democracia requiere de lazos básicos de confianza entre sus ciudadanos. Asimismo, instó a los estadounidenses a no tener miedo del futuro, un futuro que, a su juicio, traerá cambios que pueden ampliar las oportunidades o la igualdad. “Y tanto si nos gusta como si no, el ritmo de este cambio sólo se acelerará”, sentenció.
El tradicional alegato en el Capitolio fue la última oportunidad que tuvo el mandatario demócrata de dirigirse a sus ciudadanos, y de acaparar el prime time norteamericano, antes de que Washington y el resto del país entren por completo en modo electoral el 1º de febrero cuando se inicien las primarias presidenciales de demócratas y republicanos en Iowa. Tres candidatos republicanos a suceder a Obama, actuales senadores, estuvieron presentes en el Congreso: Marco Rubio (Florida), Ted Cruz (Texas) y Rand Paul (Kentucky).
Parte del discurso presidencial versó sobre la recuperación de la economía y el camino desandado desde que Obama asumió el cargo, en enero de 2009, en medio de la peor crisis desde la década de 1930. La arenga de la herencia que deja en materia de repunte económico se apoya en las cifras de creación de empleo del último diciembre, que superaron ampliamente las previsiones de los analistas, con un desempleo que se ubicó en el 5 por ciento, el más bajo en los últimos siete años. La fortaleza del mercado de automóviles de Estados Unidos, ilustrada por la euforia reinante en el salón de Detroit, también es un fuerte indicador. Cerca de 17,5 millones de vehículos se vendieron en Estados Unidos el año pasado, convirtiéndose en un record absoluto.
Entre los logros que el jefe de Estado norteamericano acumula en su política internacional figuran el acuerdo sobre el programa nuclear iraní, el Tratado de Libre Comercio Asia-Pacífico (TPP) y su lucha contra el cambio climático, rubricado en el acuerdo de París obtenido en diciembre, relató Obama.
En cuanto a las cuestiones pendientes en el plano internacional, el asunto aparece más complicado con el frente que presenta el combate al Estado Islámico, lucha sobre la que, según los sondeos, la mayoría de los estadounidenses no está convencido de la estrategia que Obama lleva adelante. El cierre de la prisión de Guantánamo es otra vieja promesa de campaña que sigue siendo incumplida por el jefe de la Casa Blanca. “Mantenerla abierta –sostuvo Obama– debilita la seguridad nacional de Estados Unidos al destinarle enormes recursos financieros y a la vez dar una herramienta de propaganda a los jihadistas.”
Aunque el presidente se comprometió a presentarle al Congreso un plan en lo inmediato, es probable que choque contra un muro. Porque sin el apoyo de los congresistas, ¿contará Obama con la autoridad legal para trasladar a los detenidos a territorio estadounidense? La pregunta divide a los juristas.
El discurso sobre el estado de la Unión fue también una cuestión de símbolos: un refugiado sirio que huyó de los bombardeos del régimen de Bashar al Assad fue uno de los invitados de honor que acompañó en el palco a la primera dama, Michelle Obama. También se dispuso un asiento vacío para honrar a todos los estadounidenses muertos por armas de fuego, que son más de 30.000 por año. El presidente de Estados Unidos llegó con un 46 por ciento de popularidad a su último discurso del Estado de la Unión, aprobación superior a la de su predecesor George W. Bush (apoyo del 29 por ciento y un rechazo del 62 por ciento), pero inferior a la que registraron mandatarios como Bill Clinton (60 por ciento de aprobación) o Ronald Reagan (50 por ciento de aprobación).
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