Jueves, 4 de agosto de 2016 | Hoy
EL MUNDO › UN MILITAR ARGENTINO ENCABEZA EL CONTINGENTE EN COLOMBIA
Es una misión política, de observadores militares sin armas ni uniformes, en respuesta al pedido de las partes que negocian el fin del conflicto armado, y tiene un mandato de un año, prorrogable a pedido de las partes.
El primer contingente de la misión de la Organización de Naciones Unidas (ONU) que actuará en el proceso de paz una vez firmado el fin del conflicto armado interno entre el gobierno de Colombia y las FARC ya llegó al país, con un general argentino como jefe de equipo.
El general de brigada Javier Antonio Pérez Aquino, militar argentino con más de 35 años de experiencia nacional e internacional, fue elegido para ocupar ese rol, en el que acompañará al jefe de la misión y representante especial del secretario general de ONU, Jean Arnault. El lunes arribaron a Colombia 79 observadores internacionales, que pasaron por un entrenamiento especial y se disponen a trasladarse a las oficinas regionales. Estos observadores son la columna vertebral de la misión, su esqueleto directivo y pertenecen a ocho países: Argentina, Chile, Bolivia, El Salvador, Guatemala, México, Paraguay y Uruguay. Entre el personal civil de la misión que ya está en Colombia y entre los observadores que están por llegar, hay otras nacionalidades de Latinoamérica, el Caribe y otras latitudes.
En una conferencia de prensa, las autoridades de la misión informaron ayer que las próximas semanas estarán llegando 100 observadores más y se avanzará en la contratación del personal civil, con lo que el número total llegará a más de 200 personas. El objetivo es que la misión esté lista para operar cuando se firme el Acuerdo Final en La Habana.
A pedido del gobierno y las FARC, la Misión de las Naciones Unidas en Colombia fue creada por el Consejo de Seguridad, el 25 de enero de 2016, mediante la resolución 2261, aprobada por unanimidad. Es una misión política, de observadores militares sin armas ni uniformes, en respuesta al pedido de las partes que negocian el fin del conflicto armado, y tiene un mandato de un año, prorrogable a pedido de las partes.
Las partes dieron a la misión cuatro funciones: observar el cese al fuego y la dejación de armas, resolver diferencias, hacer recomendaciones, y hacer pronunciamientos independientes, como mecanismo de verificación internacional. La misión iniciará sus labores de monitoreo y verificación sólo a partir de la firma de un acuerdo final en La Habana. Hasta entonces, el grupo no monitorea ni verifica, sino que sólo está en proceso de alistamiento y apertura de sus oficinas regionales.
La verificación del cese al fuego la harán conjuntamente el Gobierno, las FARC y la misión de ONU, en un mecanismo tripartito que será coordinado por los militares de la organización y tendrá un vocero. Este mecanismo, novedoso para la ONU, ofrece una doble garantía. Por un lado, la observación imparcial por parte del componente internacional y la observación directa por cada parte del cumplimiento de los compromisos de la otra. Por otro lado, una estrecha articulación con la sociedad civil garantiza altos niveles de transparencia en esta fase crucial del proceso de paz.
Con un calendario acordado por las partes, la misión recibirá el armamento de acompañamiento, las armas de las milicias y el armamento individual de las FARC, lo depositará en contenedores bajo su control exclusivo y lo destinará a la construcción de tres monumentos: en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, en Cuba y en Colombia. Además, la misión supervisará la destrucción del armamento inestable, que no pueda ser transportado.
La misión tendrá un número aproximado de unos 500 observadores militares y alrededor de 150 civiles de los países de la Celac y de otras naciones que han solicitado contribuir, como España, Alemania y Canadá, entre otros. El 19 de agosto, el secretario general de Naciones Unidas precisará al Consejo de Seguridad las necesidades operativas y financieras de la misión. La misión tiene ocho oficinas regionales, que empezarán a funcionar en agosto: Valledupar, Bucaramanga, Quibdó, Medellín, Villavicencio, Popayán, Florencia y San José del Guaviare. Además, tendrá equipos permanentes en cada una de las 23 zonas veredales y en los campamentos donde se agruparán los guerrilleros desmovilizados.
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, manifestó ayer que la construcción de la paz requiere de creatividad e innovación, características que, según dijo, estuvieron presentes en las negociaciones con las FARC en La Habana, y que se necesitan en el posconflicto. Así lo manifestó el jefe de Estado durante la instalación en Bogotá del Encuentro Colombia 2020, un coloquio sobre el uso de la innovación para construir la paz. “Es que el fin del conflicto, que es lo que vamos a firmar, no es la paz, es ahí donde comienza, pero para ello se requiere de creatividad e innovación”, afirmó Santos en el acto, organizado en conjunto con la Unión Europea (UE).
Santos dijo además: “Toda transición, todo cambio es complicado, pues el ser humano tiende a mantenerse en el statu quo cuando un cambio lo asusta o le genera alguna preocupación, y es donde la creatividad debe salir, y en el cambio de la guerra a la paz, entra como anillo al dedo”. El mandatario destacó la importancia de hacer mucha pedagogía sobre la paz porque este proceso lo requiere. “Hay que explicarle a la gente de qué se trata, por qué se hace, para dónde vamos”, afirmó. El presidente también destacó que por primera vez las partes acordaron un sistema especial de justicia ya que nunca antes una guerrilla había aceptado dejar las armas para someterse a la Justicia que ella misma ayudó a construir.
Finalmente, el mandatario hizo un llamado para deshacerse del odio que dejó más de medio siglo de conflicto armado de formas creativas, siendo las víctimas grandes ejemplos de cómo hacerlo. “ Si estamos llenos de odio, resentimiento y venganza, queda muy difícil hacer la paz”, manifestó.
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