Miércoles, 14 de septiembre de 2016 | Hoy
EL MUNDO › LA EX PRIMERA DAMA DE EE.UU. SE DESMAYó Y OFENDIó A LOS VOTANTES DE TRUMP
Con una nada despreciable ventaja de tres puntos y sondeos que la ubicaban ganadora en casi todos los estados clave, Hillary Clinton tuvo el peor fin de semana de toda su carrera política.
Por Nicolás Lantos
Página/12 En Estados Unidos
Desde Miami, Florida
Durante el último mes, Hillary Clinton tuvo un declive lento pero permanente en las encuestas. La diferencia que la separa de su rival, Donald Trump, pasó de casi diez puntos a la cuarta parte de eso, principalmente por una caída en su intención de voto, fogoneada por revelaciones en los escándalos que arrastra tras varias décadas de vida política. La semana pasada, el efecto de esas noticias parecía haberse disuelto y el panorama volvía a estabilizarse, con la candidata demócrata aún al frente, una nada despreciable ventaja de tres puntos y sondeos que la ubicaban ganadora en casi todos los estados clave para la disputa. Pero justo entonces, cuando la tormenta comenzaba a despejarse, Clinton tuvo el peor fin de semana de toda su carrera política.
El viernes, en primer lugar, cometió un duro exabrupto en uno de sus actos, calificando a “la mitad” de los votantes de Trump como “una canasta de deplorables”. El gaffe, más a tono con el discurso de su rival que con el suyo, rápidamente se convirtió un meme que despertó críticas incluso dentro el Partido Demócrata, en el que candidatos a diputados y senadores buscan captar parte del voto tradicional republicano para sí. “Para hacer una generalización grosera, podés poner a la mitad de los simpatizantes de Trump en lo que yo llamo una canasta de deplorables. Los racistas, los sexistas, los homofóbicos, xenofóbicos e islamofóbicos. Desafortunadamente hay gente así”, fue lo que dijo durante una ceremonia para recaudar fondos de campaña.
El traspié de la ex secretaria de Estado fue aprovechado por su rival, que encontró por primera vez en la campaña una oportunidad de victimizarse y enrostrarle a la democrata todo eso que se dijo de él en los últimos meses. “El desdén que ella expresó hacia millones de ciudadanos de los Estados Unidos la descalifica para un cargo público. No podés ser candidata a presidente si tenés tanto odio en tu corazón hacia el votante. No podés liderar este país si tenés tan baja opinión de quienes lo habitan”, atacó el republicano.
Las críticas, de propios y de rivales, obligaron a Clinton a dar marcha atrás y pedir disculpas (algo que Trump no hizo en toda la campaña a pesar de haber dicho cosas de calibre aún más grueso). “Fue una generalización grosera, y esa nunca es una buena idea. Me arrepiento de haber dicho “la mitad”, eso estuvo mal”, dijo, aunque insitió en denunciar el racismo de la campaña republicana. Por su parte, el secretario de prensa de la campaña demócrata, le respondió directamente a Trump: “El no solamente hace la vista gorda sino que además le da la bienvenida, promueve y ensalza elementos divisivos y llenos de odio en este país a los que les dio una plataforma en esta campaña”.
La salud de la ex secretaria de Estado es, desde hace años, objeto de especulaciones por parte de un sector de la prensa y el público norteamericano, ya sea alineado por el Partido Republicano como con espacios de izquierda radical. Las teorías conspirativas, tan caras a esta sociedad, le atribuyeron a Clinton una basta conjura para ocultar diagnósticos tan variados como inhabilitantes, desde cáncer hasta alzheimer pasando por parkinson y diabetes. Este año, durante la campaña presidencial, esos rumores se multiplicaron con ayuda de las redes sociales y hasta tuvieron eco en el discurso de Trump, que exigió varias veces que su rival hiciera pública su historia clínica (aunque él no hizo lo propio con la suya).
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