EL MUNDO › UN TERRORISTA SUICIDA MATO A 47 ASPIRANTES A UNIRSE A LA NUEVA POLICIA
Ataque en el Fuerte Apache de Irak
Un barrio de delincuentes cercano a la “Zona Verde” de los norteamericanos se ha convertido en un nuevo frente de la resistencia. Un atacante suicida mató ayer a 47 personas, en una jornada que dejó un saldo total de 70 muertos.
Por Patrick Cockburn*
Desde Bagdad
Charcos de sangre, vidrios rotos y zapatos sueltos estaban desparramados en la calle Haifa ayer, luego de que una bomba explotara frente a una comisaría, dejando un cráter de dos metros y lo que parecían ser restos de cuerpos incinerados colgando de los árboles. La explosión atravesó una multitud de hombres jóvenes que intentaban conseguir trabajo en la fuerza policíaca, matando a 47 personas e hiriendo a 114. Los cuerpos yacían en uno de los más transitados distritos comerciales de Bagdad, que se ha convertido en un frente de batalla de la creciente insurrección contra el gobierno iraquí respaldado por Estados Unidos.
La explosión fue causada por un atacante suicida en un auto repleto de cargas de artillería que se detonó enfrente de una comisaría en la calle, en el flanco oeste del río Tigris. “Hubo una fuerte explosión y de repente mi cuerpo estaba cubierto de sangre”, dijo Yassid Hamid, un joven estudiante de 21 años en un hospital cercano. “Había decidido unirme a la policía para ayudar a mi familia”, explicó. “Pude ver gente ardiendo y corriendo en todas direcciones”, dijo Mahdi Mohammed, cuya peluquería está cercana al radio de la explosión.
La calle Haifa, con largas hileras de monoblocks que esconden un laberinto de estrechas callejuelas y ruinosas construcciones de barro, cobija a algunos de los criminales de más duros de Bagdad. La manzana de monoblocks resulta perfecta para emboscadas, y sus residentes –muchos de ellos ex baazistas de la ciudad natal de Saddam Hussein– están entre los más implacables enemigos de las fuerzas de ocupación norteamericanas. Saddam pasó algunos de sus más lucrativos años de formación en este duro vecindario y nombró la zona en su honor –Saddamiyat al Karkh– en la década del 80, luego de un programa de reconstrucción urbana.
Ahora, esta zona es una frecuente plataforma de lanzamiento de ataques con morteros contra el área cercana y fuertemente fortificada conocida anteriormente como la Zona Verde, donde residen las fuerzas norteamericanas, diplomáticos occidentales y la administración interina iraquí. El ataque marca un nuevo brote de violencia en Irak, mostrando que el gobierno interino de Iyad Allawi, establecido por Estados Unidos con bombos y platillos a fines de junio, está fracasando en su tarea de detener a la insurgencia y de brindar seguridad a la gente común.
En la ciudad de Baba, al norte de Bagdad, varios hombres armados acribillaron ayer a una camioneta que transportaba policías del trabajo a sus casas, matando a 11 de ellos y a un civil, según fuentes médicas.
Los ataques en Bagdad y en Baba fueron luego reivindicados por el grupo Tawhid y Jihad (Monoteísmo y Guerra Santa) de Abu Musab al Zarqawi, dirigente islámico. Una declaración en un sitio islámico de la web dijo: “Gracias a Dios, un león de las Brigadas de los que Buscan Martirio tuvo éxito en atacar el centro de los voluntarios para el renegado aparato policial”.
La campaña de ataques suicidas, que comenzó en agosto del año pasado, ha sido llevada a cabo con una implacable indiferencia ante las víctimas civiles y está dirigida primordialmente a las nuevas instituciones del Estado iraquí y no al ejército norteamericano. Muchos de los que intentaron unirse a la policía ayer no aceptaban que habían sido heridos por un suicida con bomba, y culpaban a Estados Unidos. “Había un avión norteamericano volando por los alrededores justo antes de la explosión”, dijo Yassin Hamid. Su madre, sentada a su lado, en el hospital, lo interrumpió parra decir: “Están tratando de reducir el número de iraquíes”. Otros culparon a los terroristas, pero acusaron al gobierno iraquí y a Estados Unidos de no brindar seguridad. “Bush es un perro”, cantaba una multitud en la calle Haifa, un área musulmana sunnita notoria por su apoyo militante a la resistencia.
Otras víctimas culpaban a los “terroristas”. Omar Mezher Mohammed, quien había presenciado cómo morían tres de sus amigos, declaró: “Los que detonan las bombas no son verdaderos mujaidines o miembros de la resistencia contra los norteamericanos”. La fuerza de voluntad de los jóvenes que esperan durante horas cerca de las comisarías para ser reclutados en sus fuerzas, a pesar de saber que pueden ser blanco de bombas, muestra el desesperante nivel de desempleo en Irak. Al menos la mitad de la población está desempleada y un cuarto vive con menos de dos dólares al día.
Una señal de la magnitud de la violencia en Bagdad fue que la explosión de un coche bomba en la calle Haifa no fuera la primera ayer por la mañana. Taha Salem Shalash, un joven desempleado de 24 años, fue a la comisaría a las 7.30, buscando un trabajo. “Tres morteros aterrizaron cerca, y la policía nos pidió que nos fuéramos. Dijeron que no habría más entrevistas en el día. Pero los que buscaban trabajo sospecharon que la policía podría estar reclutando de nuevo. Ha ocurrido antes”, dijo Yassin Hamid, que se negó a volver a su casa.
Al menos 250 hombres seguían parados en la calle Haifa, tomando té en pequeños comercios cuando estalló la bomba dentro del Toyota.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Alicia B. Nieva.