EL MUNDO
El ventilador que prendió la CIA contra los europeos
Por Sandro Pozzi*
Desde Nueva York
La CIA no encontró las armas de destrucción masiva sobre las que alertó la administración del presidente George W. Bush para justificar la intervención militar en Irak, pero sí documentos en los que pone en evidencia los lazos que estableció Saddam Hussein con varios gobiernos, incluido el de Francia, Rusia y China, en su campaña de lobby contra las políticas de castigo de la Casa Blanca. Washington y Londres fueron acusados de un esfuerzo concertado por perjudicar a Francia –especialmente a su presidente, Jacques Chirac– en un intento de distraer la atención de las principales conclusiones del informe de funcionarios norteamericanos sobre la inexistencia de armas ilícitas en Irak.
El informe de la CIA, de 1200 páginas, incluye una larga lista en la que aparecen citados centenares de empresas, individuos, organizaciones políticas y funcionarios a los que Saddam intentó sobornar para conseguir que la ONU levantara las sanciones. Los beneficiarios de ese dinero residirían en medio centenar de países, tres de ellos en España: Basem Qaqish, miembro del comité español para la Defensa de la Causa Arabe; Ali Ballout, periodista de origen libanés, y Javier Robert, del que no se dan más datos. Los servicios de inteligencia no dan ningún nombre de empresas o individuos en EE.UU., argumentando “el respeto de las leyes de privacidad”. El miembro parlamentario británico, George Galloway, que estaba en una primera lista sobre los beneficiarios de Saddam publicada por el diario Al Mada en enero, no está en la del Grupo de Inspección de Irak, pero sí lo está un asociado suyo, Fawwaz Zurayga.
El Senado norteamericano está investigando la implicación estadounidense en el esquema de soborno y corrupción de Saddam. Por esto, fuentes diplomáticas y organizaciones, como el Middle East Media Research Institute (Memri), establecen un vínculo directo entre la lista elaborada por la CIA y los documentos entregados por el Ministerio del Petróleo iraquí a Washington. La atención en esta trama de corrupción se centra sobre todo en Francia, Rusia y China, los tres miembros permanentes del Consejo de Seguridad que se opusieron a la intervención militar estadounidense y británica en Irak.
El informe cita al ex ministro de Interior francés, Charles Pascua, como uno de los miembros del gobierno galo implicados. Además dice que el embajador iraquí en Francia fue instruido para sobornar al partido socialista francés y a miembros del gobierno. Pero no sugiere que dichos sobornos fueran alguna vez efectivamente ofrecidos o aceptados; sólo que la inteligencia iraquí le había dicho a Saddam que ellos habían “apuntado” a Francia para un tratamiento de este tipo. Incluso nombra a un petrolero francés cercano a Chirac que recibió trato especial en el otorgamiento de licencias de exportación de petróleo. El vocero del canciller francés replicó que era una campaña para perjudicar a Francia y que “sugerir que había sobornos concertados de políticos franceses era absurdo”. El informe señala, además, que Irak compró misiles y artículos militares a Rusia y China, además de Siria, Jordania, Líbano, Turquía, los Emiratos Arabes, Yemen, Corea del Norte y Corea del Sur. En la lista de la CIA están el ultranacionalista ruso Vladimir Zhirinovsky, el presidente de Indonesia, Megawati Sukarnoputri, y los hijos del presidente libanés Emile Lahoud. La CIA calcula que el régimen iraquí amasó durante los años del embargo 11 mil millones de dólares a través de acuerdos “oscuros”. También habla de la corrupción en el programa humanitario Petróleo por Alimentos de la ONU, del que la CIA dice que el régimen de Saddam tomó 1780 millones de dólares para financiar su campaña de lobby.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.