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Cómo evitar caer en un punto muerto en Líbano

El premier libanés, Omar Karami, fracasó en su intento de formar gabinete y renunció. Así se dilata la convocatoria a las urnas prevista para mayo. El país entró en tensión tras el asesinato del ex premier Rafik Hariri, a partir del cual se incrementó el reclamo de la salida militar siria.

Por Robert Fisk*
Desde Beirut

Beirut sobrevivió a la “celebración” del comienzo de la guerra civil de Líbano hace 15 años, pero los miembros prosirios del gobierno del país no lograron formar un nuevo gabinete ayer, lo que significa que las elecciones nacionales planeadas para mayo deberán ser postergadas –a pesar del pedido de los presidentes George Bush y Jacques Chirac de que sean llevadas a cabo en los tiempos planeados–.
Aunque miles de seguidores de la oposición se manifestaron a favor de la “unidad”, las demandas de sus líderes probablemente serán ignoradas. Este es un tema mucho más serio de lo que parece. Mientras el país permanece acéfalo, la posibilidad de provocaciones que puedan recomenzar la guerra civil de 1975-90 parece aumentar. Una bomba de 30 kilos fue encontrada en un camión en el valle de Bekaa durante el fin de semana. Un lanzagranada misilístico fue disparado hacia un banco en la ciudad de Dour Cheir. En el este de Beirut continúa habiendo bolsones de hombres que se autodenominan “vigilantes” –supuestamente dedicados a la protección de propiedades cristianas por los ataques con bombas– y que son sospechosamente similares a la antigua milicia Falangista.
Ghazi Aridi, un asesor cercano de Walid Jumblatt, el líder de la oposición que lideró a los luchadores drusos durante la guerra civil, dijo que el intento fallido del primer ministro, Omar Karami, para formar gobierno –que se volvió a su ciudad de origen, Trípoli, después de admitir su fracaso– fue “un plan para postergar las elecciones”. Este tipo de caída en desgracia política, por supuesto, fue una de las principales razones por las que cientos de miles de libaneses se manifestaron el mes pasado. Solamente 4000 tropas sirias continúan en el valle de Bekaa en el este y su retiro se está llevando a cabo más rápido de lo que se esperaba. El enojo porque el retraso se había demorando fue reemplazado por preocupación por la velocidad que ha tomado.
Pero si el presidente Emile Lahoud, el amigo más fiel de Siria, sigue siendo el líder, y el fantasma del gabinete prosirio simplemente está esperando para reconstituirse, ¿cuál habrá sido el propósito del retiro sirio? Los “leales” –irónicamente el nombre de los libaneses leales a Siria– esperan que una demora llevará a que los líderes de la oposición dividan el movimiento. Lahoud, se dice, espera ansiosamente la vuelta del exilio de París del general mesiánico maronita Michel Aoun, cuyas pretensiones de llegar a ser presidente en 1990 costaron 1000 vidas y que huyó a la embajada francesa en piyama cuando Siria atacó su palacio con bombas. Se dice que Lahoud cree que Aoun seguramente dividirá a la oposición, alineando a sus seguidores sunnitas drusos.
Podría ser una mera expresión de deseo. Pero durante el fin de semana, el Hezbolá –todavía aliado con Siria– mandó un avión teledirigido 80 kilómetros por encima de Israel. Era un ejercicio militar sin sentido, pero contribuyó enormemente al temor de que podría estar intentando provocar otro conflicto con Israel.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Ximena Federman.

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El premier prosirio Omar Karami no formó gobierno.
 
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