EL MUNDO › ENTREVISTA A UN EXPERTO AUSTRALIANO
El dilema ético en torno de las cirugías estéticas
David David es un especialista en ética y acaba de participar en un congreso hecho en Buenos Aires. Aquí, plantea que formar un médico para que sólo haga negocios con operaciones cosméticas es corrupción de la medicina.
Por Mariana Carbajal
¿La cirugía estética transgrede principios éticos de la medicina? ¿Qué dilemas enfrenta desde una visión bioética? ¿Al aceptar los deseos de los pacientes, los cirujanos plásticos violan el juramento hipocrático? Estos y otros interrogantes se colaron por primera vez en el Congreso Argentino de Cirugía Plástica que finalizó ayer en Buenos Aires, con más de seiscientos participantes, del país y del exterior. El prestigioso profesor australiano de cirugía craneofacial, David David, se refirió en una conferencia a la “Etica en el cambio de los rostros”. José Alberto Mainetti, distinguido experto en bioética, también dio su punto de vista sobre esta controvertida especialidad. Para David, aquellos médicos que sólo se dedican a operaciones cosméticas son los “corruptos” de la medicina. Para Mainetti, la cirugía estética “está a la vanguardia de las ciencias biomédicas, que apuntan a la optimización y perfeccionamiento de la persona” (ver aparte). Dos miradas de un fenómeno que tiene cada vez más adeptos.
David es cirujano plástico y profesor en la Universidad de Adelaida, Australia, donde dirige la Unidad Craneofacial. Fue uno de los expositores extranjeros que participaron del XXXV Congreso Argentino de Cirugía Plástica y X del Cono Sur Americano, donde se analizaron los últimos avances, tanto de la rama reconstructiva como estética. Y, por primera vez, se abordaron cuestiones éticas de la especialidad. David fue el encargado de abrir el debate. Después de su conferencia, conversó con este diario.
–¿Qué dilemas éticos se plantea la cirugía plástica en el siglo XXI?
–El dilema más importante que tenemos en este momento es si debemos preparar y entrenar médicos para que practiquen cirugía estética cuando realmente hay gente que tiene problemas más importantes desde el punto de vista médico propiamente dicho, que requerirían su atención.
–¿Y cuál es su respuesta?
–No depende de mí responder esa pregunta. No hay una sola respuesta, hay varias diferentes, depende de las creencias de cada uno.
–¿Hay un límite a la hora de operar para embellecer un rostro?
–Un buen médico debe trabajar con un equipo que incluya entre sus miembros a un psiquiatra. Los pacientes que piden más y más operaciones cosméticas generalmente tienen un problema psiquiátrico, además de su inquietud estética. Es importante tener la habilidad para poder diagnosticar esos problemas.
–¿El cirujano plástico debe acatar los deseos del paciente?
–Dependerá de si se trata de un médico o de un empresario. El concepto de un médico haciendo lo que el paciente le pide a cambio de dinero es un negocio. No tiene nada que ver con el cuidado de la salud. Pero hay muchos médicos que creen que todo el entrenamiento médico que recibieron, en lugar de ser usado para el bien de la humanidad, lo deben usar para hacerse muy ricos. Otros piensan que cuando hay muchos chicos que necesitan atención, cuando hay muchos adultos que están mal, que sufren enfermedades, a ellos deberían dedicar su tiempo y su energía.
–En su conferencia, usted planteó que la cirugía estética puede llegar a entenderse como la corrupción de la medicina. ¿Qué quiso decir?
–Tomo como significado de la palabra corrupción no el concepto vinculado con una actividad mafiosa. Entiendo que hay corrupción cuando algo que debería usarse para determinados fines se usa para otros, cuando alguien hace algo para lo cual no está preparado. Si se entrena a una persona por seis años para que se convierta en médico y después por otros seis años más para que haga la especialidad en cirugía, y lo único que hace es business surgery o cirugías para ganar dinero, es una corrupción del propósito para el cual fue entrenado como médico. Cuando se atraviesa la puerta comercial, se abandona el juramento hipocrático. Ese es el planteo ético que enfrenta un cirujano plástico.
–¿Le gustan los reality shows televisivos sobre cirugía estética que están de moda en distintos países?
–Escribí un artículo sobre el tema en Australia. Eso no es medicina. Esos programas no muestran la verdad porque muestran gente seleccionada por tener un buen resultado ante las cámaras, y se los muestra por un tiempo acotado. No tenemos ni idea de qué pasa con ellos en el largo plazo. Eso realmente es corrupción. Es un ejercicio de marketing. La pregunta que hay que hacerse es qué están vendiendo. Usan a los seres humanos para vender publicidad, usan la vanidad de las personas para vender productos. Y eso es muy malo.
–¿Cómo deberían resolverse los dilemas éticos a los que puede enfrentarse un cirujano que practica cirugías cosméticas?
–La posibilidad de resolver esos dilemas es muy pequeña. Sin embargo, lo más importante es que empiecen a discutirse en foros de especialistas, como este congreso, y que después estos temas se lleven a discusiones con los estudiantes.
–En general, en los congresos de cirugía plástica ¿se debaten cuestiones éticas?
–No demasiado. Esa es una de las dificultades que enfrentamos. La cirugía plástica nació en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, para solucionar las grandes heridas que dejaban los combates. La cirugía estética es valiosa, es una parte de la cirugía mayor, pero cuando se convierte en una entidad en sí misma se hace peligrosa, porque se olvida de sus orígenes en la guerra.
–¿Cree que la cirugía estética cura?
–No tiene sentido esa pregunta.
–Se lo pregunto porque muchos de los que se dedican exclusivamente a hacer cirugía estética sostienen que favorecen con sus operaciones la autoestima de sus pacientes y lo consideran una forma de curar.
–Hay una línea muy delgada entre la autoindulgencia (de los cirujanos) y la autoestima de sus pacientes.