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El Centro de Estudios Jurídicos e Investigaciones Sociales de Santa Cruz de la Sierra (Cejis) expresa una voz disonante en medio de la marea autonomista. Su trabajo con las organizaciones campesinas e indígenas –en temas vinculados con la propiedad de la tierra– le ha valido varios atentados y amenazas. En diálogo con Página/12 desde Santa Cruz, su director expresa algunos juicios sobre la (auto)convocatoria al referéndum y algunas claves para entender la crisis actual que vive Bolivia.
–¿Cuál es la representatividad del Comité Cívico cruceño?
–La hegemonía del Comité Cívico es claramente urbana, especialmente en la ciudad de Santa Cruz y las capitales de provincia, lo cual no deja de ser importante, porque de los 2.300.000 habitantes del departamento 1.300.000 es población urbana. La influencia cívica se explica por la escasa densidad organizativa de los sectores populares, característica del oriente boliviano. En el área rural la cosa es más compleja. Existen zonas con gran presencia de migrantes collas donde no hay hegemonía del comité cívico; en lugares como la Chiquitanía (antiguas reducciones jesuíticas) hay que separar las capitales provinciales, donde hay influencia del Comité Cívico vinculada a intereses hacendales, del área rural, donde la han perdido por el proceso de ruptura del padrinazgo político promovido por las organizaciones indígenas emergentes.
–¿Cuál es el papel de los “extranjeros” en el Comité Cívico?
–La migración externa dominante en Santa Cruz es fundamentalmente alemana, italiana, croata y árabe. Sin embargo, los dos primeros grupos no aparecen públicamente debido a que operan a través de familias tradicionales. Los que han operado de manera más visible son los croatas y algunos árabes. Branco Marinkovic es el presidente de la Federación de Empresarios Privados de Santa Cruz y Gabriel Dabdoub, de la Cámara de Industria y Comercio. El Comité –incluso en su estructura– expresa fundamentalmente el predominio de los sectores empresariales locales articulados con empresas transnacionales, principalmente petroleras. De allí que la Cámara Boliviana de Hidrocarburos forme parte de la entidad.
–¿Cuáles serían los efectos de la autonomía en los términos planteados por los cruceños?
–Creo que aumentaría la actual relación asimétrica entre regiones y el desarrollo desigual, producto del capitalismo de enclave que operó en el país. Sólo dos departamentos podrían sostener económicamente su autonomía: La Paz y Santa Cruz. La autonomía –con control de los recursos– haría más dependientes al resto de las regiones de estos dos departamentos.
–¿Qué efectos podría tener la convocatoria de facto que hoy (por ayer) resolvió la asamblea preautonómica?
–En primer lugar, una mayor confrontación entre el oriente y el occidente, junto con una persecución de todo lo que huela a colla. También es probable que genere un mayor aislamiento de Santa Cruz, ya que se dificultan las posibilidades de despolarizar el país y avanzar en un proceso constituyente integrador. Pero los sectores autonomistas más radicales apuestan por una mayor polarización regional y étnica.
–¿Santa Cruz ha sido históricamente “dejada de lado” por el centralismo, como arguyen los cívicos?
–En los años ’60 y ’70 Santa Cruz se ha favorecido con una gran transferencia del excedente minero de Oruro y Potosí a través del gobierno central, mediante créditos, construcción de complejos agropecuarios, infraestructura caminera, etcétera. Yo creo que más que marginada, Santa Cruz fue privilegiada con esos excedentes que le permitieron integrarse almercado exportador. Y lo del “andinocentrismo” es relativo. Los grupos de poder cruceño han operado directamente desde La Paz, beneficiándose con políticas públicas ampliamente favorables a estos sectores (incluyendo condonación de deudas). Bajo el centralismo han impuesto presidentes y han manejado recursos clave. Por ejemplo, los directores del estratégico Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) casi siempre fueron cruceños.