EL MUNDO › LA PERIODISTA FRANCESA CONTO
SUS CINCO MESES DE CAUTIVA EN IRAK

Atada y en la oscuridad de un sótano

Florence Aubenas, del diario “Liberátion”, relató cómo sobrevivió de rehén en Irak. Complicó al miembro del Parlamento francés Didier Julia, antes vinculado con otras liberaciones.

Por John Lichfield*
Desde Paris

En una actuación extraordinariamente valiente y llena de sentido del humor, la periodista francesa Florence Aubenas habló durante casi dos horas ayer sobre cómo sobrevivió cinco meses con los ojos vendados y atada en un pequeño y oscuro sótano en Irak. La periodista, de 44 años, animada y compuesta después de su odisea, hizo una revelación explosiva y generó un misterio que se negó a develar. Aclaró además que no estaba ronca por haber hablado mucho esos dos días, sino porque casi no había emitido palabra durante cuatro meses, pero que ya estaba recuperando su habitual charlatanería. Aubenas, secuestrada cerca de Bagdad en enero y liberada durante el fin de semana, profundizó la controversia que rodea al miembro del Parlamento francés, pro-Saddam, Didier Julia.
En una compacta conferencia de prensa en las oficinas de su diario, Libération, contó que el jefe de los secuestradores dijo haber hablado dos veces por teléfono con Julia en marzo pasado. “Dijo que fue muy breve, porque Julia habla muy mal inglés”, dijo Aubenas, provocando la risa de sus colegas. Julia, un miembro del partido UMP del presidente Chirac, negó haber interferido en los intentos oficiales para liberar a Aubenas. Ya enfrenta una investigación criminal por sus esfuerzos para liberar a dos periodistas franceses que fueron secuestrados en Irak el año pasado. El otro misterio generado por Aubenas ayer se refería a los periodistas rumanos, liberados en Irak el mes pasado. Ellos declararon durante el fin de semana que habían pasado parte de su cautiverio, desde abril, con la periodista francesa y su guía, Hussein Hanoun.
Ayer, a pesar del reiterado interrogatorio, Aubenas dijo que no podría hablar sobre los rumanos. Insinuó que tenían algo que ver con la necesidad de proteger a las fuentes de inteligencia en Irak, “no a mis secuestradores, ni a la gente sentada en sus oficinas”. “No importa cuántas veces me preguntes”, dijo. “Diré que pasé mi cautiverio con Hussein. Eso es todo.”
Aubenas, vestida con una blusa azul claro, con anteojos oscuros sobre su cabeza, parecía fresca y relajada, aunque algo delgada (bajó doce kilos). Se negó a aceptar que había sido especialmente valiente. Le agradeció a su familia, a sus colegas de Libération y a otros que habían organizado los hechos para mantener su nombre ante el público.
“Si uno es un rehén, uno está ahí, eso es todo. No hay nada que uno pueda hacer. Pero para los que están en casa, mantener sus esperanzas, y mantener la presión, eso sí requiere gran valor.” Aubenas dijo que había pasado los cinco meses en un sótano, de cuatro metros de largo por dos de ancho y uno y medio de alto. Estuvo con los ojos vendados y las manos y pies atados. Se le permitía ir al baño dos veces al día y ducharse una vez al mes. Si hablaba con su compañero de celda le pegaban. Ella no sabía que era Hussein, su guía hasta unos pocos días antes de ser liberada. También le pegaban si se movía mucho en su cama o si lloraba demasiado fuerte.
“Ser una rehén es algo largo para vivir pero corto para contar”, dijo. “Pasaba el tiempo contando cosas. Contando los segundos, los minutos, las palabras que me decían, los pasos hasta el baño.” También describió una serie de conversaciones surrealistas con el jefe de los secuestradores, un hombre llamado, en inglés, “ze boss”, o en árabe “Hadji”. “Jamás hubo mención a dinero o rescate”, dijo. Sin embargo, “ze boss” parecía ansioso de contactar al gobierno francés pero no sabía cómo. “Me preguntó: ‘¿Tienes el e-mail de Chirac?’ y luego: ‘¿Hay un partido de oposición en Francia?’.” Cuando ella no pudo responder a esta u otra pregunta, dijo: “Sos una rehén inútil. No entendés nada”. Hadji, que dijo que era un combatiente por la libertad sunnita que resiste a la ocupación estadounidense, luego tuvo la idea de contactar a Julia. Filmó a Florence para un video, que fue emitido en marzo, pidiéndole a Julia que la ayudara. Unos días después, dijo ella, él estaba encantado y dijo que había hablado dos veces por teléfono con el miembro del Parlamento francés. Julia, un veterano defensor del Irak de Sa-ddam Hussein, se enfrentará ahora a molestas preguntas sobre su compromiso en el asunto. Cuando se le preguntó si volvería a Irak, Aubenas hizo una pausa. “No lo sé. Quizás en diez años. Imaginen si decidiera volver ahora. Imaginen llamando allá y diciendo: ‘Hmm, adivinen que...’”

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12

Traducción: Celita Doyhambéhère.

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Florence Aubenas habla, pasados tres días de su liberación.
 
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