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Mientras Bagdad seguía aturdida después de una nueva oleada de bombas, Donald Rumsfeld, el secretario de Defensa, insistió ayer en que Estados Unidos no está perdiendo la guerra en Irak. Pero un alto comandante regional estadounidense dijo que la insurgencia no ha disminuido y que aún más combatientes extranjeros estaban entrando al país. En una discusión sombría y a veces contenciosa con una comisión del Congreso, ayer, Rumsfeld rechazó demandas para que la administración Bush establezca una fecha para el retiro de las 140.000 tropas norteamericanas actualmente desplegadas en Irak.
“Los tiempos en una guerra nunca son predecibles, nunca hay garantías”, dijo al Comité de Fuerzas Armadas del Senado, argumentando que poner una fecha jugaría a favor de la resistencia. “Los que dicen que estamos perdiendo esta guerra están equivocados. No la estamos perdiendo.”
Rumsfeld estaba acompañado en la mesa de testigos por los más altos oficiales uniformados del Pentágono, incluyendo al general John Abizaid, jefe del Comando Central a cargo de las operaciones en el golfo. Las preguntas más feroces ayer vinieron de parte de los demócratas, liderados por Edward Kennedy. “¿No es hora de que renuncie?”, preguntó el senador de Massachusetts, culpando a Rumsfeld por una serie de “graves errores y equivocaciones” que habían “empantanado irremediablemente” a las fuerzas norteamericanas. “Presenté mi renuncia dos veces, pero el presidente la rechazó”, dijo Rumsfeld. Y tanto él como sus colegas rechazaron tajantemente la acusación de empantanamiento, que evoca recuerdos de la guerra perdida en Vietnam. Pero “más combatientes extranjeros están llegando a Irak que hace seis meses”, concedió Abizaid, implícitamente contradiciendo las recientes afirmaciones de Dick Cheney que la insurgencia “estaba en agonía”.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Ximena Federman.